El Cuidado (III)

El CUIDADO como-modo?de?ser atraviesa toda la existencia humana. Hemos visto en el artículo anterior las resonancias negativas de la falta de cuidado, en la mala calidad de vida, en el empobrecimiento de la mayoría de la humanidad, en la degradación ecológica y en la exaltación exacerbada de la violencia. Pero son muchas también sus resonancias positivas que lo traducen en diferentes formas de comportamiento: amor, justa medida, ternura, caricia, cordialidad, convivencia, compasion?

Del AMOR he escrito más de una vez y lo considero como la amalgama de todas las fuerzas del Universo, el quicio sobre el que todo el Universo gira, se expande, se multiplica. Es un fenómeno cósmico y biológico inmerso en el dinamismo de la vida desde lo más primario a lo más complejo, que interconecta a unos seres con otros y los acompla a diferentes sistemas, para sobrevivir e interactuar; también por puro placer, gratuitamente, sin que sepamos exactamente su por qué. La expansión y la complejidad en los demás seres es expontánea, en los humanos es producto de la libertad consciente, y siempre una apertura al otro, convivencia y comunión con el otro. Nace así la socialización y las condiciones para la cooperación y la coexistencia. Si falta el amor y se instaura la competencia, se destruye lo social. La sociedad moderna neoliberal exalta la competencia hasta en la educación; es excluyente, inhumana y deja innumerables víctimas en el camino. Tenemos abundantes ejemplos en muchas de nuestras leyes actuales y en los efectos que están produciendo, aunque intenten hacer resonar bondades a través de máscaras carnabalescas.

La JUSTA MEDIDA. Hemos hablado del difícil reto para equilibrar las relaciones del ser?como trabajo y del ser?como?cuidado, pero la justa medida, lo que los romanos llamaban "in medio virtus" "ne quid nimis" y los griegos " " (nada demasiado), " ", (lo mejor es la medida, moderación) no se puede entender hoy de la misma manera. Los conocimietos actuales nos dan una comprensión diferente de la naturaleza cuya lógica posee una medida ni estática ni mecánica sino dinámica y fluctuante. En su proceso evolutivo, una fase de ruptura gesta de inmediato una de regularización. Así como la naturaleza continuamente busca, hace, deshace dinámicamente una medida, el hombre debe buscar la medida justa no de una vez y para siempre, sino desarrollando una actitud atenta de escucha, un sentimiento profundo de identificación con la naturaleza: sus cambios, lo que está ocurriendo en la historia y en sí mismo. La medida justa cambia, no su permanente búsqueda. De este descubrimiento de la Tierra en la com-pasión por ella nace el cuidado esencial que nos convoca a la cooperación, responsabilidad, a considerar la Tierra como casa común.

La TERNURA VITAL es sinónimo de cuidado esencial, sin obsesión. Del Ché Guevara, médico, escritor, guerrillero muy humano, gran luchador, asesinado en Bolivia, es la frase: "Hay que endurecerse pero sin perder jamás la ternura". Es un sentimiento que atraviesa todo el ser: irrumpe cuando el sujeto se descentra de sí mismo; es la fuerza propia del corazón, el deseo de compartir caminos, que se deja conmover por la historia del otro, por sus angustías, sufrimiento y nunca busca ventajas ni dominación.

LA CARICIA ESENCIAL es una de las expresiones máximas del cuidado. No es una excitación psicológica sino una aptitud que coge a todo el ser. El órgano de la caricia es la MANO que toca, palpa, que calienta, que establece relación, que da quietud; es la persona que a través de la mano revela su modo de ser cariñoso. La caricia toca lo profundo del ser humano. Hay que palpar ese YO profundo; producir reposo, integración, confianza. No rozar pieles sino investir de cariño. El afecto no existe sin la ternura y caricia del cuidado. Son diferentes la mano que acaricia que toca sin herir y suelta para liberar y la mano que agarra, expresión de poder, manipulación. La mano acaricia otras manos, rostro, cabeza, hombros?el cuerpo entero, pero siempre para dar lo que el otro necesita en cada momento.

Me quedan otras resonancias como la cordialidad, la convivencialidad, capacidad de hacer convivir las dimensiones de producción y de cuidado, de efectividad y la compasión radical, de la que hemos oido hablar a los LAMAS orientales, tan inserta en el budismo, que articula el desapego , liberación de la esclavitud del deseo de posesión y acumulación con el cuidado que re-une al mundo afectiva y responsablemente. Implica renunciar a dominar, a matar a cualquier ser vivo, rechazando toda violencia contra la naturaleza; contruir comunión a partir de los que sufren más y son más castigados.

También, las concreciónes del cuidado, las figuras ejemplares del cuidado, las patologías por exceso y defecto. Es imposible seguir pero confío que los que hayan leído estos apuntes tendrán hambre de más e irán a beber en las fuentes escritas que no son demasiadas, pero sobre todo en la gran fontana de la propia Madre Tierra, la Pachamama, en los hermanos víctimas del descuido, en las "propias cavernas del sentido" (Juan de la Cruz), lo que Agustín llamó "interior intimo meo", lo más profundo de nuestro ser". Mucho por sentir, tocar, palpar, acariciar, besar.