Aprendiendo griego

Me van a disculpar, como siempre, pero la esperanza es lo primero que se pierde en política. Al menos yo. Minimizar el efecto del cabreo generalizado que ha desembocado en el auge de Podemos es comprensible, a los del bipartidismo se les acaba el chollo? pero manifestante más o menos, yo siento una profunda lástima por este movimiento que concita todas nuestras esperanzas. Primero porque no se puede esperar tanto de nada ni nadie, y segundo, porque entre Monederos bien situados para ahorrarse un quítame de ahí ese extra, Lomanas que se unen a la marcha y Tanias que no saben bien por dónde respiran? a este grupo de gente que ahora tiene que sacar músculo, paciencia y buen hacer, resulta que le crecen los enanos como a Pedro Sánchez las Susanas rubicundas. Cuando la frivolidad sustituye al debate serio me temo que los poderes de siempre se frotan las manos y se sientan a ver Gran Hermano. Sí señores, ante la desidia generalizada, el balbuceo ante el juez porque quién sabe de dónde han salido esos dineuros culpables que guardan los Pujol, los de las tarjetas y hasta la propia familia real, una se siente impelida a marchar a Madrid de guateque morado a gritar consignas y creer que el cambio es posible ¿Lo es? Quizás tengamos que asistir a otra decepción mastodóntica y las prebendas y el abrevadero vuelvan a llenarse con otros hocicos? qué quieren que les diga, yo me he vuelto un tanto cínica.

Cínica y descreída, y que conste que no me gusta ser así, nada de nada, lo mío era la utopía y la pelea, pero claro, ahora me veo mayorcita, con una hipoteca, un sueldo y claro, una se siente un poco ridícula enarbolando la bandera del cambio porque a mí el sistema me privilegia. Digámoslo alto y claro, soy una privilegiada, tengo resuelto el techo, la comida y el sueldo fijo, lo que en buena lid deberíamos tener todos. Todos, porque hay para todos, esos que quieren pelear por vivir dignamente y no lo consiguen, esos que no entran en los cálculos de Rajoy ni en las luchas intestinas del PSOE, esos que quizás piensan que la respuesta está en un chiquito joven con coleta que ha tenido la fortuna y el acierto de canalizar el descontento. Ese descontento que para mí, es el verdadero problema, no Podemos ni el partido que gobierna Grecia, no, el descontento, la desesperación, la idea de que nadie resuelve nada? esa sensación de que vives a la espera de una solución que no llega. Y mientras, dediquémonos a decir estupidez y media, a ver una televisión vergonzante y a ver cómo arregla la Troika el desafío griego. Qué quieren que les diga, cínica y descreída yo me he alegrado tanto que contemplo la posibilidad de tatuarme en griego una cita de esas que nos empujan a seguir teniendo esperanza. Porque diga lo que diga, es lo último que se pierde cuando uno tiene buena voluntad y ganas de cambio.