El Martillo

El hombre desea más reconocer que conocer. Es la costumbre de creer lo que desvía al ser humano de observar.

Nosotros, en general, aplicamos soluciones que antes nos han funcionado a conflictos que se nos presentan en el presente, y esto es claramente ineficaz.

Imagine que ha tenido una serie de desengaños y se dice: La próxima vez me irá mejor. Llega esa próxima ocasión y esto le produce cierta desazón que, por supuesto, su inconsciente registra y de la cual toma nota.

Con el paso de los días y de las diferentes ocasiones la desazón va en aumento y, aunque sea usted positiv@ y crea usted que esta vez es la buena porque ya toca, porque no siempre me va a ir mal, porque bla, bla, bla...su inconsciente le sigue recodando la desazón sufrida anteriormente.

Además, usted es optimista así que lo intenta una y otra vez y ¡zas! el "engram" está servido; Es difícil que a un@ le vaya bien cuando piensa que no le va a ir bien.

Cuenta el profesor Watzlawick (Escuela de Palo Alto, en la Universidad de California) que un hombre necesitaba un martillo para colgar un cuadro; pensó en pedírselo a su vecino y mientras subía las escaleras iba pensando: lo mismo es demasiado tarde y me recibe con cajas destempladas, quizás no le guste prestar su martillo a nadie, a lo peor, después de prestarme el martillo, me va a pedir otros favores en compensación y así sucesivamente.

Llamó a la puerta de su vecino y cuando éste abrió le dijo: sabes lo que te digo, que te metas el martillo por donde te quepa. Imagínense ustedes la expresión de estupor del vecino.

Pues así nos sentimos muchas veces cuando las personas que nos rodean y sobre todo las que nos gustan y de las que esperamos reciprocidad, desconocen que el mundo no es; el mundo ocurre y que la afición de muchos seres humanos a explicarlo todo, es lo que hace que existan las profecías de auto cumplimiento que, querid@s amig@s, os lo aseguro son implacables.