Sin prisas

Vivimos en un país donde la burocracia y la justicia van muy despacio y la recaudación por el medio que sea demasiado deprisa. El caso es que con tal de justificar su existencia, algunos miembros de las instituciones de la Administración redactan las normas en un estilo cervantino ininteligible para que tengan tantos resquicios legales como interpretaciones posibles y luego, encima, cobran sus emolumentos a precio de oro.

Con cualquier medida que vaya a afectar a nuestro bolsillo, primero se lanzan globos sonda a ver cómo respiramos, luego se piden opiniones, más tarde se presentan anteproyectos, después se solicitan informes de especialistas y, por último, entra en juego la política hasta que la norma se aprueba y se publica en el BOE.

Ha vuelto a pasar, y entre tantas sesudas propuestas y debates, el Consejo de Estado ha pedido a la Dirección General de Tráfico (DGT) que reconsidere el proyecto de Reglamento de Circulación porque existen "notables imprecisiones" en el texto, y entre sus puntos más polémicos se encuentra la imposición de límites de velocidad a los peatones.

El informe del Consejo de Estado se muestra contrario a la definición de "usuarios de la vía" que realiza la DGT, y que puede abarcar a conductores de vehículos y a peatones. La Dirección General de Tráfico ha indicado que se trata de "un mal uso de una frase del informe" del Consejo de Estado, "que a su vez es incorrecta"? porque la DGT se refería a los peatones que empujan un vehículo a motor, pero todos se han quedado tan anchos.

El desasosiego ya había cundido entre los que ahora se hacen llamar runners, y el temor a una multa había alcanzado incluso a los abuelos que llegan tarde a recoger a los nietos a los colegios y que echan un sprint final. Pero lo grave y serio sigue siendo, año tras año, la elevada siniestralidad en las ciudades y, especialmente, entre los peatones. Basta un poco de observación en la calle para ver cómo, casi todos, cruzamos de vez en cuando por donde no debemos o con el semáforo en rojo precisamente por las prisas, cómo los repartidores de comida rápida siguen haciendo lo que quieren con tal de cumplir con la entrega, cómo algunas bicicletas van más por la acera que por la calzada y cómo el escaso mantenimiento de las vías y de los vehículos cada vez tiene más que ver en las cuestiones de seguridad vial.

Si se cumpliera lo que critica el Consejo de Estado, limitar la velocidad de los peatones, en el fondo todos andaríamos más estresados si cabe por ese afán que tenemos de incumplir las normas sin que nos pillen, así que ojalá que la frase que pronunciaba Di Stéfano no se convierta, por las posibles nuevas multas, en que "Las prisas sólo son buenas para los ladrones, para los malos toreros y? para la Guardia Civil".