Columna griega

Lo reconozco, yo tendré muchos defectos, por supuesto, pero todavía soy de las que se escandalizan cuando asisto al pimpampum matrimonial de criticar en público a la pareja. El lanzamiento de ofensas más o menos suaves o acerbas al contrario con luz y taquígrafos me sorprende y entristece, porque hay cosas que prefiero como el catalán de Aznar, decir en la intimidad. Por eso mismo, el susodicho me parece un ingrato y Susana de Andalucía, en connivencia con Zapateros y Chacones, una manipuladora de pacotilla. Si de bien nacidos es ser agradecidos, hay determinados comportamientos públicos que me sobran, y no es que me haya vuelto exquisita en las formas, que también, es que tirar piedras sobre el propio tejado y poner al parejo en cuestión en la picota me resulta tan ofensivo como vivir este estado de alerta permanente hacia el diferente, y medir con distinto rasero los muertos según por donde caigan. Eso de Nigeria queda tan lejos que mejor ni lo ponemos en las portadas, porque para eso está un indecente llamado Bárcenas saliendo de una cárcel no con la cabeza gacha, sino bien alta. A ver si ahora el ejercicio de cumplir condenas se va a convertir en un ejercicio de chulería. Yo creía que eso se quedaba para los de ETA y sus espectáculos lúdico festivos a la puerta de la trena, pero por lo visto ahora hay un tipo de preso económico que solo le falta salir bajo palio.

Reconozcamos entre todos que la culpa la tiene esta máquina indecente de hacer noticias, comentarlas, mascarlas y vomitarlas. Necesitamos morbo como el comer y la cárcel siempre ha sido siempre muy dramática, claro que sí. Por eso abogo por un photocall a la puerta patrocinado por alguna marca de créditos inmediatos, por ejemplo, tarima y sitio para los fotógrafos y periodistas de alcachofa. Y ya puestos, espacio para las confesiones de unos y otros, hablo de los propios y ajenos cuando nos ponemos a hacer la cama. Sobre todo al parejo o al secretario general. Los trapos sucios parecen no querer lavarse en casa, y no por mor de la transparencia, dónde va a parar? sino por puro exhibicionismo. Menos mal que nos quedan los griegos, tan hartos de los unos y los otros, dispuestos a votar bajo la sombra de Merkel, cansados de pobreza y de desidia. Yo francamente, de ellos, o el cambio o el blanco? De lo demás sabemos demasiado y ya hemos comprobado en nuestras carnes que no funciona? Y mientras, en el patio patrio dejémonos de críticas a los unos y a los otros, a los propios y a los ajenos y centrémonos en solucionar problemas, eso que tanto nos acucian, esos que están ahí. Todo lo demás, mandangas, y me hacen un favor, si quieren criticar a su contrario, nunca delante de mí, que me da un pudor infinito.