De color blanco

El color blanco ha marcado singularmente esta semana. Blanca ha sido esta página casi hasta el último minuto cuando, al límite del plazo, consigo encontrar mi inspiración, precisamente, en el color que caracteriza la ausencia de ella.

Pero si el color blanco ha sido especial esta semana es, sin duda, por otros dos motivos más destacados: el primero de ellos, las numerosas - y muy abundantes en muchos lugares- nevadas con que amanecían los distintos pueblos estos días. Ya sé que la nieve y las placas de hielo han provocado numerosos inconvenientes de incomunicación y dificultades "técnicas" en carreteras y accesos y que han sido la causa de numerosos accidentes en caminos y carreteras y seguramente también de carácter "doméstico"; anécdotas, estas últimas, que contaremos en los calurosos días de agosto que vendrán. Pero tengo que reconocer que la nieve me encanta y que ver todas esas imágenes pintadas de blanco estos días, fabulosas estampas de invierno? me han puesto los dientes largos desde la capital del reino donde, a pesar de las predicciones y la sal en las aceras, no ha caído ni un copo.

Y es que el paisaje blanco me recuerda esa candidez infantil que con tanto afán intentamos malograr y ocultar para hacernos menos vulnerables para el mundo. La cotidianeidad recubierta de una nueva e incólume oportunidad de convertirse en algo extraordinariamente bello. Paz dibujada y cuajada, los copos cayendo en silenciosa harmonía a ritmo constante e imperturbable, dibujando, a su paso, el contorno de lo que vemos y la silueta de lo que sólo se insinúa, como el propio viento que los arrastra. Y, para mí, una de las mayores diversiones que regala la naturaleza y de la que espero no cansarme nunca: la guerra de bolas de nieve.

De color blanco es también la sotana de quien el otro día nos permitía una nueva reflexión sobre la responsabilidad que no debe ser sólo para con uno mismo sino también para con el otro, la descendencia y la sociedad. Pues sí, parecía obvio pero para algunos no lo era y la buena noticia es un Papa hablando en plata y con palabras llanas. No hay católicos mejores que otros aunque algunos lleven años creyéndose que sí lo son en función de la fertilidad de sus hembras o la fogosidad insaciable de cualquiera de los ejemplares, como si la esencia del ser humano y del ser católico tuviese que ver con la capacidad de descendencia. Peor aun los que ven en ello una especie de "misión" para combatir al increyente. En cualquier caso, palabras que han sido un motivo de alegría y la esperanza de poder seguir caminando lentamente hacia delante, todos juntos.

Y blanca es la semana que estrenamos mañana. Siete días nuevos por delante para escribir, pintar, crear y vivir cuántas musas y experiencias se nos presenten para llegar al fin de semana que viene con el lienzo abigarrado de motivos que agradecer.