The Last Quarter, Jazz Manouche en Carmen Bar

Indispensable en la noche salmantina, el Carmen Bar sigue siendo un lugar acogedor, donde seguir sintiendo ambiente, música y ese calor propio de los locales de toda la vida marcados por la carismática personalidad de aquellos que nos hacen sentir siempre bien. Menchu Martín Mata y el grafismo de Ina Casados han logrado, junto con Samuel, que el Carmen Bar mantenga ese espíritu indefinible que lleva casi veintidós años acompañándonos en las cercanías de la Gran Vía, cuando la noche salmantina y sus locales emblemáticos no cesan de cambiar y, en algunos casos, abandonarnos.

El concierto de ayer sábado nos recuerda que, en la década de los noventa, el Carmen Bar fue un lugar de encuentro con músicos como VOX PÖPULI, cantautoras como Mili Vizcaíno, sesiones de teatro y cabaret? un movimiento cultural que pretenden recuperar los impulsores de un ocio nocturno de calidad, a través del Ayuntamiento, de Salamanca Ciudad de Saberes y de la Asociación de Hostelería. Una manera de vivir la noche no únicamente centrada en el consumo de alcohol, sino dirigida a un público dispuesto a vivir la música. Los conciertos de Fernando Maés, de Sandra García o de Victoria Mesoneros en los diferentes locales de la ciudad, son una buena prueba de este empeño por darle a la noche la creatividad propia de una ciudad como Salamanca, donde la afición por el jazz y la existencia de buenos grupos es notoria.

En un marco acogedor e íntimo, The Last Quarter ofreció un concierto lleno de risas y acercamiento a una de las modalidades más insólitas del jazz, surgida en los años treinta de la mano de Django Reinhardt, un músico romaní que unió los ritmos gitanos con el swing. Una forma de jazz centrada en la guitarra acústica y un tipo de rasgueo muy particular que ejecutan, con esa alegre despreocupación propia de los improvisadores del jazz, los fantásticos músicos de The Last Quarter. Vestidos de negro, como corresponde a los integrantes de una banda de gatos jazz? cuatro magníficos instrumentistas nos regalaron una forma de música diferente, llena de esa gracia y complicidad que solo saben tener los miembros de una banda de jazz para los que las partituras son un adorno.

Con un piano magistral en las manos de Chema Corvo, un violín vertiginoso, un bajo capaz de hablar y una guitarra y una voz salidas de un recoveco de Nueva Orleáns, The Last Quarter nos demostró de nuevo que la música en directo tiene una pulsión insólita e irrepetible y que merece la pena desafiar al frío para asistir a un concierto en el que disfrutar de músicos prodigiosos en la cercanía de un entorno cálido y acogedor.

Y si además, tienes la suerte de ir acompañado de un músico que te explica el juego de fraseos que realizan los miembros del grupo ¡Fernando, soy una inculta en todo lo que sea jazz! entonces la experiencia no puede ser mejor. Una experiencia de la que hay que felicitarse, porque nuestras noches salmantinas necesitan música, locales que cumplan las mejores prácticas y sobre todo, que hagan sentir al público como en casa. Una casa donde resuenan las notas juguetonas, prodigiosas, veloces y llenas de magia de The Last Quarter, un conjunto de instrumentistas en estado de gracia que tenemos la infinita suerte de compartir en Salamanca.