La opinión que se repite

No sé hasta qué punto puede ser bueno o lógico, pero lo cierto es que llega un momento en que se quitan las ganas de leer las diferentes opiniones de unos partidos y otros, porque se repiten hasta el aburrimiento.

Da igual que se diga una cosa o la contraria, porque todos opinarán lo mismo. Por ejemplo, por poner uno reciente, el discurso de Nochebuena del Rey, que por cierto, no pude escucharlo ni verlo, porque tenía cosas más importantes que hacer, léase jugar con mis nietos mientras se preparaba la cena de esa Noche. Pues bien, al día siguiente, mejor dicho al otro, porque el día de Navidad no hay prensa en papel, cuando leí los diferentes periódicos y también los digitales, resultó que no me había perdido nada, cuanto me imaginé que iba a decir es cuanto dijo. Por otra parte, tampoco me sorprendió nada las opiniones de los diferentes partidos, o tertulias, tanto de radio como de televisión, calcadas a las de años anteriores. Los unos apoyando incondicionalmente las palabras del Rey, otros apoyando pero con matices y otros acusándole de continuista y de no decir nada de lo que interesa al pueblo. Vamos, lo de siempre.

No faltaron, como siempre, amplios artículos a toda página con fotografías, dedicados solo y exclusivamente al decorado, haciendo especial hincapié en las fotografías que, como es lógico, protocolo había colocado estratégicamente en el escenario, porque saben que la prensa, como siempre, les dedicará un especial interés.

Yo me pregunto si esta situación no ha hecho que los unos estén inmunizados ante las opiniones de los otros, lo que les permite decir lo que sea sin necesidad de meditarlo, ni atendiendo a decir verdad, sin valorar la posibilidad de llevar a cabo lo que dicen, porque saben que digan lo que digan la respuesta del otro siempre será la misma, por lo tanto, ¿para qué me voy a esforzar en pensar, en meditar, en ser honesto, si al final el resultado siempre será el mismo?

Pero esto no pasa sólo en las opiniones de los partidos, esto ha trascendido a la opinión de los ciudadanos, que está petrificada y ha perdido la más elemental cualidad de elasticidad. Ya no hay manera de hacerles modificar sus opiniones. Lo que diga fulanito eso siempre será la verdad y lo mejor para todos, mientras que lo que diga menganito es mentira y nefasto para el pueblo. Da lo mismo lo que se diga, lo que importa es quien lo diga. Da lo mismo que la idea o el proyecto sea bueno, lo que importa es quien lo ha dicho, si lo propone fulanito es bueno, pero ese mismo proyecto presentado por menganito es nefasto.

La verdad es que esto debe ser muy cómodo, nos ahorra unos esfuerzos importantes, ya no es necesario perder el tiempo en pensar en qué dice, o en cómo puede afectarnos lo que dice, o si ese proyecto puede ser bueno o malo, si es justo, si es ético? y una infinidad de factores que no sirven para nada. Lo que importa es leer la firma, todo lo demás sobra. Nos ahorramos hasta la molestia de leer el texto, solamente tenemos que mirar quien lo firma, si es fulanito, está muy bien, no hay más que leer ni comerse el coco, ¿para qué?

Esto mismo pasa con los responsables de gobernar o con los de la oposición, a quienes se les informa debidamente del botón que tiene que pulsar y punto. Mire, no piense usted, ¿Para qué? Usted limítese a apretar el botón que se le diga, si titubea, es posible que sea porque su sillón se está tambaleando, lo que indica que su estabilidad peligra y una de dos: o pulsa el botón sin titubear o saldrá despedido del sillón. Usted elige.

Muchas veces me he planteado si no sería bueno que el Congreso (del Senado mejor ni hablamos) estuviera formado por ocho o diez personas, cada una representando al partido que le hubiera elegido. Para las votaciones, esas personas pulsarían su botón correspondiente, que reflejaría en el tablero el número de escaños que ese partido ha obtenido en las elecciones. Por ejemplo, el partido que hubiera obtenido 150 escaños, cuando su representante pulse su botón, se encenderían automáticamente 150 lucecitas, el de cuarenta escaños, cuarenta lucecitas? y así sucesivamente.

¿Se imaginan el ahorro que esto supondría? Y al final el resultado sería el mismo.

¿Se podrá pedir esto a los Reyes?