Más seriedad, señores

Uno tiene la sana intención de someter a la amable atención de sus lectores aquellos temas que ofrezcan un mínimo interés y que, a ser posible, sean amenos y no repetitivos. Desde luego, lo que menos me agrada es remachar un día sí y otro también el manido tema de la política y nuestros políticos, pero debo reconocer que, últimamente, la pléyade de personajes que viven de la política en nuestra querida España echa por tierra mis intenciones.

Uno de los comentaristas políticos más agudos, con facilidad para construir el oportuno ripio humorista, y dominador de una surtida colección de epítetos, Jaime Campmany, si viviera, estaría bautizándoles como "políticos de tres al cuarto", "cantamañanas sin frontera", "inútiles con balcones a la calle", y cosas por el estilo. Vayamos por partes, que para todos hay.

Recientemente, el Presidente del Gobierno, desde Méjico, ha hecho unas declaraciones que, encerrando una buena parte de verdad, han vuelto a ocasionar el efecto contrario al deseado. Hay que reconocer que este Gobierno sabe gobernar, pero no sabe "vender" su oficio. Con sus comentarios, y algunas veces con la ausencia de ellos, está consiguiendo algo que parecía imposible: "espantar" a sus propios votantes. A pesar de los esfuerzos de la oposición para echar por tierra lo que es evidente, se podrá estar en desacuerdo con el orden de prioridades que ha establecido el Gobierno a la hora de solucionar problemas, pero nadie podrá rebatir ?y menos que nadie la oposición, que se ha cubierto de gloria allá donde ha gobernado- que la situación de quiebra inminente que nos amenazaba hace tres años la ha superado España, con el reconocimiento expreso de los países de nuestro entorno. Sé que no es fácil, pero ¿no habría que comenzar a arbitrar alguna medida que se traduzca en alivio directo de quienes más están padeciendo esta larga crisis? Hay que predicar, pero también "dar trigo". Pero, desde luego, con varios millones de españoles en el paro ?alguno menos de los que indican las estadísticas- no se puede alardear diciendo que la crisis es cosa del pasado. Bajen más a la calle, hablen antes de ser interpelados.

El máximo representante del primer partido ?de momento- de la oposición, en su afán por querer adelantar a Podemos por su izquierda, no deja de sorprendernos con "ocurrencias" que saca de su sombrero cada día, y que acaban sonrojando a su propia gente. No es posible que un partido con "solera" en el concepto de Estado, se vea sometido a semejante cantidad de banalidades por parte de quien, se supone, debería dedicarse a remar en el sentido de la corriente y no a quedar en ridículo un día sí y otro también. Parece ser que los barones regionales ya temen su visita antes de que abra la boca. Es imposible que no tenga contestación entre la gente sensata de su partido. Otra cosa es que puedan exteriorizarlo sin exponerse a la consiguiente represalia. Lo gracioso ?si algo tiene gracia en este momento- es que el iluminado de turno no ha caído en la cuenta de que sus propuestas de hoy son, casi siempre, fruto de decisiones tomadas anteriormente por sus compañeros. Dirán que no es cierto, pero usted y yo sabemos que sí lo es. Por cierto, estoy muy de acuerdo con el empeño de acabar con cualquier violencia en los campos de fútbol, pero ¿cuándo vamos a erradicar los insultos groseros desde las tribunas parlamentarias? Algunas expresiones son merecedoras de cualquier cosa menos del aplauso de los propios compañeros de bancada. Alguien debería sonrojarse.

Para los responsables de la corriente populista de moda, cuando comienza a derrumbarse el castillo de arena construido sobre utopías siempre fracasadas, bueno será que, hablando de "Podemos", comiencen a podar todas las ramas que han brotado de su árbol porque, en contra de lo que predicaban, se constata que también tenían los pies de barro y les salpica la corrupción de una forma nada despreciable.

Si la justicia no nos agua la fiesta ?que en algunos campos ya ha llovido mucho- tendríamos que esperar el desenmascaramiento de todos los que no han hecho otra cosa que servirse del pueblo; y que la aplicación de la ley no esté sometida al dictamen de algo que se asemeja a un comité de competición, sino a la aplicación justa de la norma. No es de recibo que se dicten autos diametralmente opuestos sobre un mismo caso. De verdad que no quería hablar de política, porque no es lo mío, pero?.hasta pronto.