Manzanas (y patatas) podridas

Al día siguiente de estallar el nuevo escándalo de corruptos, o sea, cuando salía el notición en todos los periódicos del día, le escuché a una señora en una tienda de frutas y verduras decirle a otra que su cuñado estaba dejando pudrir en las tierras las patatas de la cosecha porque se las pagaban a 4 céntimos el kilo. Y que no estaba dispuesto, además de trabajar, perder dinero. Esa era para mi otra cara de las noticias: la de la gente normal y corriente, seria, trabajadora y honrada que vive ajena a la bolsa, a los fondos buitre y a las tensiones y guerras internacionales, pero que lo padece todo.

La patata por los suelos al tiempo que Rusia mantiene cerrada sus fronteras al porcino y a otros productos de la Unión Europea, o sea, los españoles, lo que está generando graves quebrantos a los sufridos ganaderos y agricultores. Y mientras esta realidad destroza los bolsillos de quienes nos proporcionan esos alimentos que abundan en los supermercados y las tiendas, las televisiones, las radios y todos los medios de comunicación se dedican a hablar de corruptos y manzanas podridas, de tramas novelescas y de políticos que se ganan el sueldo dedicándose a pedir perdón como cuando de pequeños rezábamos el "Yo pecador": de carretilla, pero sin entender nada de lo que decíamos.

Dice Rajoy que "pedir disculpas es bueno", y que "hay corrupción, pero no impunidad". Ha añadido más Mariano: "el que la hace la paga". Pues no; esa frasecita la venimos escuchando hace muchos años, muchos, y son innumerables los que siguen sin pagar ni el recibo de la luz. Es más: está demostrado que la policía sólo llega a descubrir en torno al 10% de los crímenes, ( o una cifra así, muy baja) que se cometen. Y no es que la policía sea tonta, que no lo es: es que hay muchos más criminales y delincuentes que policías. Respecto a la hornada de chorizos surgidos al calor de la democracia pasa lo mismo: muchísimos no lo pagan nunca, nunca se les coge. Se necesitarían tres veces más de fiscales y jueces, y funcionarios de Justicia, y edificios, y ordenadores, y muchas cosas más para que se detuviera y juzgara a tanto canalla.

Y junto con esto es necesario también un cambio de mentalidad, es decir, que nosotros mismos, como pueblo llano y sencillo, seamos más beligerantes con los tramposos, pícaros y sinvergüenzas. Los propios fiscales y jueces ya están cambiando con la crisis: antes eran más permisivos, (tal vez por falta de medios para investigar), o quizás la conciencia colectiva (contra la corrupción) la notan más de cerca; puede ser que hasta sufran la crisis en sus propios hijos (paro), y eso también les tiene quemados. Sea por unos por motivos o por otros, el caso es que esto empieza a marchar. Nunca será suficiente, pero algo es algo.

Entre el problema de agricultores y ganaderos, y la corrupción, los medios prefieren lo segundo, porque la noticia es la noticia, pero eso es otro problema añadido a los primeros, porque nadie les hace caso, nadie se preocupa por ellos, mientras las patatas se siguen pudriendo en la tierra. ¡Si al menos todos los corruptos se pudrieran en la cárcel!