La política conjuga poder

Para un profesor de Ciencia Política no puede haber cosa más fascinante que ser testigo del surgimiento de un fenómeno político. Alguien podría decir que la política es por excelencia una actividad del género humano que se vincula con lo cotidiano, y es verdad. En ese sentido, los politólogos tenemos el reto de establecer (dis)continuidades y su lógica de actuación junto con interpretaciones causales de su devenir. Pero la irrupción de la novedad es algo que estimula a cualquier área de conocimiento como acontece a la vulcanología para quien no deja de ser atractivo contemplar el despertar de un volcán dormido. Los que vivimos la transición española tuvimos una oportunidad para aprender sobre la marcha de los supuestos del cambio político así como para testar teorías previas. El involucramiento de muchos hizo además que la experiencia vivida mezclara vivencias personales con la abstracta elucubración teórica.

La actividad habitual de los partidos políticos ha generado material bibliográfico suficiente que consideramos imprescindible. Sin embargo, vivir el surgimiento de un partido con visos razonables de tener éxito al menos en el corto y medio plazo es una ocasión única. La aparición, la evolución durante los últimos meses y el proceso habido en Podemos la semana pasada, representan uno de los momentos culmen del que todo politólogo desea ser testigo alguna vez. Se me podrá decir que exagero, que la política espectáculo en que nos movemos magnifica los acontecimientos. No lo creo, pero admitiré mi error si al menos una quinta parte del electorado español no apoya al nuevo partido en los comicios que se celebrarán durante 2015.

De todo lo que he leído y oído producido directamente por el liderazgo de Podemos hay sobre todo dos asuntos que me llaman más la atención: el recurrente uso del término seducción como forma de proyectar la empatía hacia la gente y el hecho insólito para la historia de la democracia española que América Latina, o un grupo de sus países, sea la escuela de aprendizaje y de socialización en la tarea de la política práctica. La seducción es una facultad humana que pone en jaque a la lógica de la razón subrayando la parte emocional de nuestra naturaleza. Por su parte, que América Latina haya dejado de ser la "hija" en la nostálgica y obsoleta terminología de la "madre patria" es algo novedoso en consonancia con la época postcolonial que vivimos.