Los sentimientos se miden en kilómetros

La capacidad que tenemos de sentir, es inversamente proporcional a la distancia en que ocurre el acto. Es decir, una catástrofe, ya sea natural o provocada por el hombre, en la que haya cientos de muertos, si ocurre a miles de kilómetros de nuestro lugar habitual de residencia, se siente como algo muy lamentable pero no cala en lo más hondo de nuestro ser, se queda en la superficie. En el mejor de los casos, si hace falta aportar alguna cantidad de dinero, se aporta y con eso eliminamos ese minúsculo sentimiento que podía haber penetrado en nuestro ser. Nos sentimos libres de sufrir, porque ya hemos colaborado y con ello hemos comprado la tranquilidad que necesitamos para continuar con la vida cotidiana, sin más preocupación.

Si la catástrofe, aunque sea con muchas menos víctimas, ocurre a pocos cientos de kilómetros, dentro ya de nuestro país, el sentimiento aumenta. Los muertos son los mismos, los daños son los mismos, las lágrimas y la desesperación de los que sufren es la misma, pero están más cerca, nos afecta más, nos volcamos un poco más, entendemos mejor su sufrimiento, colaboramos con más interés, y el sentimiento nos dura unos cuantos días más.

Si la acción ocurre en nuestra ciudad, aunque sea de índole menor, el sentimiento aumenta, nos implicamos más, incluso nos acercamos a ver qué ha ocurrido y nos solidarizamos con las víctimas. Si hace falta se sale a la calle a protestar, se sacan pancartas, algunos se engancharán al carro y aprovecharán para salir en los medios, protestarán con tanta intensidad que pareciera que les va la vida en ello. Porque ocurra lo que ocurra y como quiera que ocurra, siempre encontrarán un culpable sobre el que descargar su ira, sobre el que dirigirán la ira de los manipulables a quienes manejarán con demagógicos discursos. Pero no hay peligro, en cuanto los medios de comunicación dejen de interesarse por el tema, la inmensa mayoría de la gente también dejará de interesarse. ¿Para qué van a manifestarse, si los medios no les prestarán apenas atención y no van a salir en la foto? Pero los afectados seguirán teniendo necesidades, seguirán pasando hambre y frío, sin un techo bajo el qué cobijarse? Pero eso ya no interesa, otra noticia ha ocupado su lugar. De vez en cuando una pequeña reseña en un medio de comunicación recordará la catástrofe, una noticia breve en la que se dirá que en tal país africano continúan la guerra, en la que siguen muriendo niños y mujeres, ya sea por la brutalidad del hombre o por el hambre, la sed, la enfermedad? que, en muchas ocasiones, también son producto de la brutalidad del hombre, que teniendo los medios para remediarlo no los pone en marcha. Inmediatamente el noticiero pasa a la sección de deportes, es decir fútbol, y nos habla del Madrid, del Barcelona, de Ronaldo y de Messi y sus goles. Nuestra atención se despierta, ponemos todo nuestro interés en el golazo que ha metido el goleador de turno y ahí acaban nuestros males.

También es cierto que hay hombres y mujeres que trabajan apoyando a los más necesitados de todo el mundo, tanto fuera como dentro de nuestro país, hombres y mujeres que realizan un trabajo en el silencio más absoluto, sólo salen en los medios cuando ocurre alguna catástrofe, entonces vemos que allí, en ese lugar que hasta ese momento nadie sabía ni que existía, ya había hombres y mujeres trabajando en silencio, sin pancartas, sin manifestaciones multitudinarias, sin salir en la prensa. Hombres y mujeres que cuando la miseria ya no sea noticia, continuarán con su silencioso trabajo, porque el hambre, la enfermedad y la miseria, no cesan aunque no sean noticia.