El 12 de octubre

En unos momentos por diversos motivos un tanto agitados, quiero referirme a mis sentimientos en torno a lo que para mí significa esta fecha.

A fuer de sincero, debo confesar que mi primer pensamiento viene dado por la festividad de la Virgen del Pilar. Por dos razones. La primera, porque este día celebra su Patrona la Guardia Civil y, a pesar de que la patrona del Arma a que pertenezco es la Inmaculada, siento una especial predilección por el Benemérito Instituto. Desde niño, tengo grabado a fuego el recuerdo de una pareja de guardias civiles que, con bastante frecuencia, acudía a mi casa para hablar con mi padre de asuntos oficiales, o simplemente para entrar en calor y secar sus ropas al calor de la panadería. Si uno echa la vista hacia atrás debe reconocer que aquellos hombres de orden eran unos verdaderos héroes de la modestia, la disciplina y la exactitud. Por unos caminos intransitables y con unas bicicletas pesadísimas -que más que medio de transporte se convertían en instrumento de suplicio- cumplían su misión de ser "guarda fiel de España entera". Para ellos no existía diferencia entre el día y la noche, ni límite de horas de jornada, ni descanso de fin de semana. A lo que proclama su himno de "vigor, firmeza y constancia" yo añadiría modestia, austeridad y eficacia. Todavía sigo sin explicarme cómo podían aquellos pobres hombres ?en el sentido literal de la palabra- mantener una familia sin necesidad de acudir a la corrupción, como hacen otros mucho menos necesitados. Pues bien, esos guardias que, a base del contacto frecuente acababan siendo mis amigos, son, en cierta medida, los culpables de que, con el paso de los años y sin ningún antecedente familiar, yo sintiera la vocación de la carrera de las armas. La segunda razón es que, aunque cargado de defectos por mi condición de humano, me considero cristiano de los que no se avergüenzan de confesarlo, y, durante mi estancia en la Academia General Militar de Zaragoza, cuando salía de paseo, mi primera visita era a la Basílica del Pilar para saludar a la Virgen y pedir su protección.

En la actualidad, y después de no pocos títulos y advocaciones, desde el año 1987, el 12 de octubre está declarado oficialmente Día de la Fiesta Nacional de España. Como cualquier localidad, España celebra la fiesta de su patrono el día de Santiago ? aunque, a veces, no se considere festivo-, pero todas las naciones han escogido algún hecho relacionado con momentos muy significativos de su historia para declarar una fecha determinada como Fiesta Nacional. Como digo, después de algunas decisiones basadas en hechos puntuales de nuestra reciente Historia que, algunas veces, eran consecuencia del afán de querer acabar con la situación del momento, se quiso elegir el 12 de octubre, que, como se dice en el preámbulo de la Ley que lo establece, "simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos".

Algunos se declaran más partidarios de considerar como fecha más apropiada el 6 de diciembre, Día de la Constitución. Todo es opinable; y si la razón que se alega para elegir esa fecha es acabar con el pasado ? Día de la Raza, Día de la Hispanidad- o con su connotación religiosa ?Día del Pilar- ¿por qué no proponer el 19 de marzo ?fecha en que se aprobó "La Pepa"- o la de cualquiera de las cuatro Constituciones anteriores a la actual? Por una vez, seamos serios y aprendamos de otras democracias que no han dado tantos "bandazos" como nosotros. Cuando escribo estas palabras, doy por descontado el "plantón" de los nacionalismos a los actos programados para esta fecha. Por desgracia, estamos a años luz de naciones que veneran sus símbolos más preciados. Aquí podemos presenciar cómo se silba al Himno Nacional o se quema nuestra Bandera. Para ser más progresistas que el vecino, en cuanto nos rascan la piel, proclamamos nuestro deseo de suprimir el Ministerio de Defensa ? aunque, a renglón seguido, rectifiquemos-. ¿Es que el resto de países de nuestro entorno, que sostienen los mismos principios que nosotros, están todos equivocados? No. Lo que sucede es que algunos políticos tienen la obsesión de dejar siempre manifiesto su desacuerdo con el sistema. En los momentos difíciles, cuando más necesario sería el concurso de todos, da la sensación de que no les importara la debacle, con tal de no ceder en sus posiciones. ¿Será este nuestro sino? La verdad, no me resigno.