JULIO FERNÁNDEZ | Profesor de la Usal
Confieso que no dejo de sentir perplejidad y estupor ante el peligroso descenso hacia el abismo al que nos conducen inexorablemente nuestros gobernantes actuales. La deriva secesionista de Cataluña y la respuesta ?exclusivamente jurídica ateniéndose al principio de legalidad? dada por el Gobierno, mantienen en vilo a la sociedad española porque no sabemos cómo va a respirar esa parte importante del pueblo catalán deseoso de que la democracia decida sobre su futuro ?si sigue unida a España o se independiza?y porque desde el Gobierno la contestación machacona es únicamente que hay que "respetar la ley".
Rajoy, una vez que el TC ha suspendido la ley de consultas del Parlamento catalán y la convocatoria de las urnas para el 9 de noviembre, debería utilizar la política con mayúsculas, como medio más eficaz para consensuar las leyes y resolver este tipo de conflictos territoriales; aunque antes habría que decirles ahora que "se coman la mierda que vertieron en su día los dirigentes del PP en la oposición sacando las mesas a la calle para recoger firmas contra un Estatuto Catalán que aprobó el 90 % del Parlamento autonómico y la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados". Aquello también era la 'ley' y, sin embargo, como no respondía a sus exclusivos intereses partidistas, decidieron montar en cólera diciendo que España se rompía e interponiendo el recurso ante el TC, no sin antes recusar a algunos magistrados del referido Tribunal para poder garantizar la declaración de inconstitucionalidad de algunos artículos, como así fue.
En consecuencia, 'de aquellos polvos vienen estos lodos' y como suele decirse "que cada palo aguante su vela". Con esto no estoy justificando a la Generalitat catalana en su esperpéntica y errática decisión secesionista, pero no se puede argumentar la ley para unos asuntos y para otros no, como hace Rajoy.
Pero mi desconcierto continúa al escuchar que en el último Consejo de Ministros se ha aprobado el Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2015 y que éstos ?según el Ejecutivo? serán los de la recuperación económica, expansivos, inversores y que crearán más empleo, cuando leyendo la letra pequeña comprobamos que disminuye el gasto en prestaciones por desempleo y para la dependencia; se recorta el 90 % el dinero destinado a combatir la desigualdad y cae la inversión en las universidades públicas con el consiguiente deterioro de la investigación.
En cambio, se incrementan las tasas universitarias, disminuyen las becas y se endurecen las condiciones para acceder a las mismas. Resulta escandaloso que el presupuesto para las universidades públicas haya descendido en 1.500 millones de euros en los últimos cuatro años. No le faltó razón al rector de nuestra Universidad de Salamanca, Hernández Ruipérez, cuando afirmó ?en la inauguración del presente curso académico? que con los drásticos recortes que sufre la Universidad pública española se deteriorará la calidad educativa y será un argumento para que desde el Gobierno se potencien más las universidades privadas en perjuicio de las públicas.
Para más Inri y como prueba de que la recuperación económica no es ni de largo la que pregona el Gobierno, según el último informe de Cáritas, durante 2013 fueron atendidas por esta organización 2,5 millones personas frente al millón novecientas mil de 2012; es decir, se ha incrementado la ayuda a un 31% más de ciudadanos en riesgo de exclusión social. En el mismo espacio radiofónico que escucho esta noticia se informa también que a Gallardón le han buscado un jugoso empleo, miembro del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, y que por un día de trabajo a la semana percibirá 8.500 euros al mes, además de contar con secretaria, coche oficial y puesto de trabajo vitalicio. También se informa que Arias Cañete ha percibido durante estos años, además de las remuneraciones de Ministro, un sobresueldo de 5.000 euros al mes por presidir el Comité electoral del PP y que la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, percibe un salario de 150.000 euros al año. Y hoy me entero que 85 antiguos directivos de Caja Madrid utilizaron tarjetas de crédito vip y se apropiaron de más de 15 millones de euros.
En 1939, John Steinbeck escribió Las uvas de la ira, novela en la que miles de granjeros del Medio Oeste de EEUU se quedaron sin sus casas al no poder pagar a los bancos por la crisis bursátil de 1929. Y en el relato estos personajes luchadores denuncian los abusos del poder y la despiadada crueldad y desamparo que sufren los más débiles.
Por desgracia la historia se repite y los granjeros de Steinbeck son los indignados de hoy, miles de ciudadanos que se quedan sin trabajo y no pueden pagar sus hipotecas, mientras que los que generaron la crisis se van de 'rositas'. Como siempre; a pesar de que, según Rajoy, nuestro país es el que más crecerá económicamente en la zona Euro en el próximo año. ¿Nos lo creeremos?