Cataluña y Escocia. Dos realidades políticas muy diferentes (II)

La burguesía industrial catalana y las élites barcelonesas, influidas por el romanticismo del siglo XIX, fueron las impulsoras del nacionalismo catalán, ante la grave crisis por la que pasaba el Estado español tras la derrota de 1898.

Para la burguesía catalana, la regeneración del país pasaba por incrementar el peso económico, político y cultural de Cataluña en España.

Eso explicaba ya el Memorial de Agravios que la burguesía había entregado años antes al rey Alfonso XII donde solicitaba proteccionismo económico, autogobierno político y se manifestaba a favor de la lengua y cultura catalana, pero sin plantear la independencia de Cataluña.

En el primer tercio del siglo XX, el nacionalismo catalán se articuló en un partido denominado LLiga Regionalista de Cataluña que tuvo que luchar en varios frentes, ante el gobierno de Alfonso XIII que desconfiaba de sus propósitos autonomistas, ante los republicanos radicales que contaban con el apoyo de las clases medias barcelonesas y de parte de la población obrera y ante los anarquistas, mayoritarios en el movimiento obrero catalán y radicalmente contrarios al nacionalismo burgués conservador.

La necesidad de integrar en el sistema político al nacionalismo catalán que estaba creciendo electoralmente impulsó al Gobierno Liberal de José Canalejas a conceder en 1913 la Mancomunidad de Cataluña, la reunión de las cuatro diputaciones con muy escasas competencias. En realidad, la Mancomunidad de Cataluña que desarrolló una obra cultural destacada se convirtió en un elemento simbólico para pedir un Estatuto de Autonomía para Cataluña en 1919. El golpe de estado de Miguel Primo de Rivera de 1923 apoyado con entusiasmo por los nacionalistas catalanes por el miedo a la política librecambista de los liberales y por su deseo de acabar con los anarquistas, eliminó de golpe la Mancomunidad y prohibió la lengua catalana en los espacios públicos, administrativos o judiciales.

La frustración de parte del nacionalismo por la actuación de la LLiga Catalana favoreció la aparición de un partido republicano, independentista y de izquierdas, Esquerra Republicana de Cataluña que, al iniciarse la República desbancó a la moderada y conservadora LLiga catalana. Es en la república cuando el nacionalismo catalán consigue su primer Estatuto de Autonomía "dentro de la República Integral española" y su primer gobierno y parlamento elegidos la Generalitat.

La guerra civil que terminó con la república significó el fin de la autonomía catalana y la persecución de su cultura, mientras apoyándose en el proteccionismo franquista, los empresarios catalanes gozaron de una indudable influencia en el terreno económico que propició la segunda gran emigración obrera hacia Cataluña. En la transición los nuevos partidos democráticos se plantearon dotar a España de un nuevo modelo territorial que eliminara el centralismo tradicional y integrara las aspiraciones de autogobierno de Cataluña, País Vasco y Galicia.

La oposición radical de la derecha(AP y UCD) impidió construir un verdadero modelo federal y surgió el sistema autonómico, un hibrido plagado de problemas pero que permitió la organización autonómica en 17 comunidades con competencias en diversos campos