En busca de la Excelencia perdida. "El Ametrallador".

Como ustedes, señores asesores, quieren conocer los porqués del alto fracaso escolar en nuestro Centro, paso a exponerles las causas que, a mi juicio, considero más señaladas. Cuando los alumnos se matriculan en este Instituto, la mayoría, además de los libros, trae un empacho de autoestima. Desde bien pequeños los padres han magnificado las acciones más simples de sus hijos, incluso las fisiológicas? "¡Ha hecho caquita! ¡Ha hecho caquita! ?se desgañitaba años atrás mi vecina como si la criatura hubiera puesto un huevo de oro. Encumbrada la normalidad de los hijos en la tontería de sus padres, los chicos se van acostumbrando a que con el mínimo esfuerzo haya fuegos artificiales en su honor. Estos estudiantes, desmesurados y excesivos, tienen un gran concepto de sí mismos y, pensando en su futuro, barajan con desparpajo todas las opciones profesionales de alta consideración social; ingeniero, futbolista, arquitecto, corredor de Bolsa, médico o astronauta, sin estar dispuestos a hacer el esfuerzo que se requiere para conseguirlo. Y desde el limbo donde les han entronizado sus padres, estos fantasiosos soñadores de imposibles miran por encima del hombro al miserable profesor que llega a trabajar en un coche del siglo pasado. Ese pelagatos que no alcanza a entender que si él no aprueba es porque no quiere. ¡Ay si quisiera! Pero como a su arrogante vagancia le resulta estúpido tener que aprender cosas que el prevé se le van a olvidar, o no le servirán para nada en su destacada y venturosa vida profesional, ha confeccionado su propio plan de estudios que, casualmente, sólo coincide con el oficial en los recreos, fiestas y vacaciones. ¿Acaso no le ocurrió algo similar a Einstein?