Mirar a los ojos

Es muy posible que el mejor mecanismo para acelerar el funcionamiento de las neuronas espejo sea una mirada a los ojos. Una ojeada que puede ser profunda o más fugaz aun que un parpadeo, en este caso la intensidad o la velocidad parece que no cuentan demasiado a pesar del significado que podemos darles. Las neuronas espejo son fundamentales para generar empatía entre los seres humanos, ayudan a ponernos en el lugar del otro, a establecer lazos afectivos, a comprender aquello que verbalizado era confuso. "Bastó con una mirada", se dice. Pero una mirada que fuera vista por alguien, de lo contrario se pierde. "Hacer contacto visual", para asegurar la intención del conductor de que parará el coche cuando voy a cruzar una paso de cebra. "Sostener la mirada" en un juego de poder que puede terminar en la humillación o en una suerte de cópula anticipada "comiéndose los ojos".

Las reglas de la buena educación señalan lo inadecuado de mirar a la gente en la calle. Abordar visualmente a desconocidos durante un par de segundos es el tiempo máximo tolerable. Si este breve lapso se pasara, el embarazo de la persona mirada se supera con una sonrisa en la mayoría de los países nórdicos y anglosajones. En los mediterráneos este mayor descaro supone una frecuente violación a la intimidad de las personas que terminan acostumbrándose o protegiéndose mediante gafas de sol. En cualquier caso no se trata de miradas de soslayo, ni de aquellas curiosas del ojo cotilla. Son actos de deseo, impunes, que buscan una contrapartida. A veces son como bengalas que avisan de un estado de zozobra, de soledad inmisericorde, de pasión encendida o de curiosidad insatisfecha.

Sin embargo, cuando el grupo es reducido y sus componentes se conocen, las miradas se diluyen en todo el ritual del comportamiento no verbal. Las palabras que aparentan guiar la interacción puede ser meras comparsas de todo lo que es puro gesto. Es en este escenario en el que la mirada cobra su pleno significado adueñándose de lo que está más allá de la mera comunicación. Cuando "sobran las palabras" mirar a los ojos tiene un profundo sentido. Informa de la verdad o de la mentira, de la lealtad o de la traición, del amor o del desamor. Ello hace que en una reunión sea más terrorífico que las personas no se miren a que callen.