Proceso de cambio

Vivimos en unos momentos que el mero hecho de ofrecer un cambio parece que tiene que ser positivo. Quizá sea ir contracorriente el decir que algunos cambios pueden llevarnos al desastre. Bien es verdad que hay que cambiar muchas cosas pero la historia repetidamente nos ha enseñado que determinados cambios, promovidos por iluminados, llevan directamente a la pobreza generalizada e incluso a la falta de libertad para denunciar el sufrimiento inferido.

Ahora, cuando la crisis esta golpeando a muchos compatriotas, es fácil dejarse llevar de la demagogia y ofrecer paraísos imposibles. La realidad de la economía globalizada la han entendido hasta los comunistas chinos pero aquí en España, para determinados sectores, parece que les es imposible entender que las crisis económicas sólo se superan con esfuerzo colectivo y no con palabras y promesas.

Aunque no nos guste, mes tras mes hay que irse endeudando un poco más para que los millones de jubilados puedan seguir cobrando la pensión; para que todos los servicios públicos se sigan prestando, aún con las carencias que algunos de ellos tienen.

Cambiar, claro que hay que cambiar muchas cosas y creo que no es ni necesario enumerarlas pues gran parte de los españoles estaríamos de acuerdo con determinados cambios para terminar con la corrupción y que la justicia fuese más rápida y eficaz contra los delitos de guante blanco. Lo verdaderamente peligroso es que por esa necesidad de cambio, se termine en una situación mucho peor que aquella que se pretendió cambiar.

Desde hace siglos se ha luchado por conseguir determinadas cotas de libertad y igualdad y en nuestra Europa, aún con muchos defectos, no se puede negar lo conseguido. Es tarea de todos el poder seguir avanzando sin prestar oídos a quienes de uno u otro bando pretendan sacarnos del camino.