Amores sin alma

Lo siguiente es del pueblo, recogido del pueblo y patrimonio de todos. Dice así: "Mi marido me dio un empujón, me mandó un ramo de flores y yo le perdoné. Otro día me marcó la cara y me quitó dos dientes, me mandó un ramo de flores y yo le perdoné. Otro día me dio un balazo, me mandó al cementerio y yo le perdoné. Hoy me manda un ramo de flores". ¿Qué está pasando? ¿A qué echamos la culpa? ¿A la canícula? En la última semana de julio, del 23 al 30, tres mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas por los motivos de siempre: la idea de posesión, la resistencia a la igualdad y los celos. Y agosto no comienza mejor, el sábado una mujer fue degollada.

Aunque sea de conocimiento general que cuando aprieta el calor la violencia de género se dispara, no es menos cierto que la razón principal sea la deficiencia emocional. Algunos hombres jamás se han puesto en el lugar de la mujer. Eso, en el siglo XXI, hay quien aún lo considera una debilidad inaceptable.

Es la razón de no admitir que la mujer diga "no" cuando él dice que "sí". Ni se les ha pasado por la cabeza pensar que el amor no sale gratis. El amor tiene un precio y éste es el respeto. A partir de aquí, es verdad que existen demasiados elementos tóxicos que acechan a la pareja: las injusticias sociales, los problemas laborales, la falta de ingresos, etc. Pero hay que recordar aquel día de partida de la pareja, en el que el único presupuesto era la búsqueda de la felicidad.

No la felicidad plena, que quizá no se dé nunca, sino "la búsqueda". Y cuando se tuerce el rumbo, existen muy buenos profesionales de la Psicoterapia que antes de que la convivencia se rompa y la pareja "ni se hable", consiguen excelentes resultados. Y, si no, antes del maltrato está el divorcio.

José Bono, cuando fue presidente de Castilla-La Mancha, tuvo la tentación de hacer un listado de los maltratadores. Habría quien lo considerase buena idea, no lo dudo, pero pienso que los maltratadores del ámbito doméstico lo son con una sola mujer y el aparecer su nombre allí sólo serviría para acrecentar el resquemor y el odio.

Existen listas de pederastas y deberían existir otras con los violadores, pues ambos son un peligro para toda la sociedad. Sin embargo, con los maltratadores sería más eficaz endurecer las penas y, si fuera posible, para evitar presuntas tentaciones, restringir la información al ámbito de la provincia. Es mejor que esa información no entre en las casas a través de telediarios de ámbito nacional.

¿Por qué el silencio? No es silencio. No se trata de ninguna impunidad. Se trataría de cerrar la vía de la imitación. ¿Quién nos dice que el mimetismo en los casos de violencia de género no es semejante a los casos de suicidio?

Existe una ética, compartida por la mayoría de la prensa, de callar en lo posible estos últimos sucesos, ya que está comprobado que cuando los comete un famoso o les ocurre una muerte violenta, producen un gran efecto de reciprocidad. Así ocurrió con las muertes de Elvis Presley, John Lennon o Lady Di, por poner sólo unos ejemplos de renombre.

Algo hay que hacer, la ilustración que acompaña a este escrito es de veintiocho años atrás, y quizá se pudiera publicar hoy mismo sin quitar una coma.