Un cambio necesario

Llegó el día y por fin quien era Príncipe, hoy ya es Rey.

Pero como siempre en este país, cualquier cuestión o decisión, pasa por la crítica, o la movilización con un único fin, la desestabilización democrática de algo, que realmente, no sé si será bueno o no, dependiendo de la visión, y posición política de cada uno de los ciudadanos de este maravilloso país.

La experiencia nos dice que la monarquía que hemos tenido hasta ahora, ha sido positiva, desde el punto de vista político, social y económico, ¿por qué a partir de ahora no puede seguir siendo así?

Esa manía por parte de aquellos, generalmente la izquierdas, los más de izquierdas; los que utilizan esa vara de medir a su medida, nunca mejor dicho, y hacer de la realidad, su virtualidad personal de nuestra historia; además, de la crítica, siempre, por la utilización, de nuestros símbolos, llámese bandera, o uniformes militares, y esos argumentos de tachar de facha o golpista a quien los respeta, pero si fuera en sentido inverso, está más que argumentado y justificado, y ¡Dios! líbrame de alguna crítica, que seguramente seré otro de ellos, pero eso sí, se puede utilizar en este país la bandera republicana cuando me da la gana, y no pasa nada, y quien lo comente, se le tacha de anti demócrata, y no tolerante.

La piel de toro ha cambiado, afortunadamente, y nos hemos adaptado a los nuevos tiempos, con el esfuerzo de aquellos que forjaron, y fueron capaces de canalizar un proceso democrático, en beneficio de todos nosotros.

Entre todas esas figuras, está quien ha dejado de ser Rey, Juan Carlos I, y quien hace breves días, ha abdicado en beneficio de su hijo y sucesor, Felipe VI

Con sus fallos; y sus aciertos, que fueron más, siempre ha sido una figura fundamental en nuestro Estado, embajador donde los haya; y su figura conciliadora, junto a tantos y tantos demócratas de todos los signos políticos, que ha dado lugar a disfrutar de estos tiempos, aunque algunos hoy, quieren romper ese espíritu de unidad que tanto nos costó.

Mi enhorabuena y felicidades, por esa decisión y dar ese paso generacional de ceder esa responsabilidad, creo, sinceramente que era el momento.

Y enhorabuena por ese acto sobrio, lleno de emotividad institucional, acorde a nuestro tiempo y situación, además, creo que de obligado cumplimiento, a pesar de las críticas de tantos y tantos, y de las manos caídas de otros, que no han sido capaces de protagonizar, con su acción, ni de mermar lo que realmente era de interés para todos los españoles ese día.

La coronación de nuestro nuevo Rey, Felipe VI