Mono esquizofrénico loco

Increíble, pero cierto, lo que estamos viendo y viviendo en este país que llamamos España, en el que un mono esquizofrénico loco es capaz de decir la barbaridad más grande del mundo, la mentira más descarada que se le ocurra, defender la farsa más clara y la humillación de un país más cruel que se pueda imaginar y ? hasta la perrita Loli mueva su colita ante él por el sólo y exclusivo hecho de que se presente como de izquierda regeneradora y libertaria, aunque eso también sea falso.

¿Imaginas que un aseadito niño del barrio de Salamanca, de Madrid, saliese defendiendo la dictadura franquista, con un tonito de voz pausado, pidiendo disculpas por alzar el volumen en algún momento y pidiendo respeto a los que le recriminan su defensa?. ¿Te imaginas a ese guayabo afirmando que Franco era un Santo y que cuando el contertulio de turno le dijese que era un fascista, escuchar del mozalbete, en tono de molesto, que le demuestre cuándo ha defendido a Franco? Pues? si eso fuera así, al "gualtrapa" de gomina y barrio de Salamanca le detendría la policía por apología del fascismo, mientras que en el caso del mono esquizofrénico loco es ensalzado a los altares por su simple bermellón.

No entiendo absolutamente nada de nada, lo que queremos los "perritos sin alma" es vivir tranquilamente, disfrutar en la medida de nuestras posibilidades, que no nos mientan, que no nos roben, que gestionen razonablemente bien lo que es común, que tengamos libertad, que la política se regenere, que no sea de una casta de "mangurrinos"? que nos dejen vivir.

Aquí lo que hay que hacer es no tener miedo, ser coherente y sentirte orgulloso de observar la vida desde la derecha o desde la izquierda, sin que eso sirva para demonizar al adversario, insultarlo o despreciarlo, pues es sólo una forma de ver la vida.

Yo me siento orgulloso de tener un planteamiento político de derechas, de creer en el individuo, en los derechos de este, en la libertad, la libre empresa y el mercado, sin dirigismos, en el Estado del bienestar y de Derecho sin imposiciones, sin engaños ni mentiras, un Estado pequeñito, económico, que cubra las necesidades básicas de los que lo precisen, que la sanidad, la educación y los servicios sociales estén garantizados, pero no sirva para dar de comer a tanto "gana panes", que la división de poderes sea efectiva y real, y en la libertad del Poder Judicial, exento de injerencias.

El que no piensa como yo no es un bandido, ni un delincuente, ni un ser extraño, sino alguien que me aporta otra visión, otra perspectiva, otra forma de vivir, equivocada o no, pero tan digna y respetable como la mía. El problema surge cuando, de uno u otro lado, se acepta la violencia como instrumento legítimo para hacer política, cuando la presión, la amenaza, el "escrache", es un argumento político, cuando la vida del adversario se puede suprimir para conseguir los fines perseguidos; y cuando todo esto es así, desde la derecha o desde la izquierda, el Derecho, el Estado debe de intervenir y garantizar las reglas del juego y cada vez que no lo hace, con Blas o con Pablo, me da igual, perdemos calidad democrática, retrocedemos a las cavernas, volvemos a épocas de dictadura y crueldad, por más que vistamos la mona y sea esta esquizofrénica o no.