Histrionismo político

A pocos ciudadanos no militantes en partidos políticos le agradan los espectáculos histriónicos que montan a diario sus líderes, porque tal actitud no merece el aplauso de quienes asisten estupefactos a la representación, sino todo lo contrario, provocando con sus actuaciones en el escenario público el desprecio de los pacientes espectadores.

Ocurre simplemente que estos galanes van por libre, interpretando personajes falsos para contentar a los incondicionales que aplauden enfervorizados, despreciando el buen sentido de la audiencia civilizada. Es decir, como los histriones, actúan de forma desmedida y afectada, dejando abandonados en las papeleras los guiones establecidos por el juego democrático, reuniéndose antes de cada función en sus camerinos privados para ensayar modales que nada tienen que ver con el programa que entregan a los sufridos espectadores antes de comenzar la sesión.

Son tan malos comediantes que dejan ver su plumero a la primera de cambio, por ofuscarse en representar papeles que no les corresponden. Confusión mental que tiene su origen en el intercambio permanente de guiones a que les obligan las urnas, ya que deben interpretar alternativamente roles opuestos que los desorientan, originándoles peligrosas esquizofrenias políticas.

Esto hace que la gran mayoría de asistentes salgan afónicos del teatro, hartos de gritarles que se vayan, sin que ellos perciban los bocinazos, pues la sordera social que padecen les impide escuchar las descalificaciones que los irritados espectadores expresan cada día en los intermedios de sus actuaciones.

Los histriones políticos son incapaces de representar el excepcional drama que nos dejó un ilustre madrileño hace trescientos setenta años sobre el sueño de la vida, donde se tratan los límites impuestos por la moral social, las razones de Estado y la ética que sustenta el gran teatro del mundo, pues se conforman con poner en escena vodeviles de tres al cuarto donde escenifican situaciones equívocas que calientan el ánimo de unos pocos, suscitan la hilaridad de muchos y provocan rechazo de la mayoría.