Harakiri

El hara kiri, "corte del vientre", es la palabra vulgar que designa el suicidio ritual japonés, el seppuku. Pero no quiero hablar de japoneses, sino de cosas de aquí mismo, a la vuelta de la esquina o antes incluso de doblar la esquina. Veamos. Sin olvidar que aparentes anécdotas acaban siendo categorías y los inocuos polvos de esta mañana terminan en lodos imposibles por la tarde. No siempre, claro, pero muchas veces sí; parecen nada y acaban siendo un suicidio ni querido ni previsto.

Salen al prado social, político o familiar unos cuantos segadores bien entrenados y con sus guadañas (muy postmodernas o muy de siempre, según sus dueños, pero guadañas) aguadañan ritos, nombres, palabras, sentidos, referencias y hasta semánticas. Parecía que no pasaba nada, pero después de cierto tiempo no volvió a crecer la hierba. Haraquiri se podría llamar.

No me gusta la ideología general de los refranes, pero no se puede negar la peligrosa lucidez de algunos: Tanto escarbó el gallo que encontró el cuchillo con el que lo mataron. Puede invocarse para no hacer nada, no sanear lo podrido ni eliminar lo inútil, pero advierte del exceso de escarbar sin tino hasta cargarse la raíz de la planta que sea. La lista de ejemplos, tanto de lo uno como de lo otro, es interminable en todos los niveles de la vida, de la política y de la sociedad. Otro haraquiri que llega.

Otro día ves la necesidad de barrer la casa común, el espacio social, el salón político del país, el atrio de la Iglesia de todos, el país entero si hiciera falta. ¡Si yo tuviera una escoba cuántas cosas barrería!. Es un noble trabajo de cada ciudadano, de cada partido, de cada ideología, de cada lo que sea porque en esa tarea de limpieza nadie puede echarse atrás. Pero entre los limpiadores se entremezclan algunos que mirando sólo sus intereses amontonan la mierda en rincones adecuados y los de otro frente llevados de su frenesí, también interesado, friegan y friegan hasta despellejarlo todo llevándose por delante el humus que nos sostiene y en el que crecemos. Si así fuera, sería un haraquiri muy violento y rápido. Y medio a medias en él andamos.

Y último caso, porque serían docenas, y muy breve, porque se acaba el espacio. A otros les dijeron desde lejos que había que recortar todo lo que fuera recortable: tallos, flores, ramos y ramas, copas y troncos, plantas y plantones? para así poder rebrotar. Y lo hicieron. Y trataron de hacerlo digerible. Y ardieron las entrañas de mucha gente (lean el VII Informe de Cáritas sobre Exclusión y Desarrollo y luego hablamos). Este harakiri es el más sangriento.

Y todavía hay algunos que creen que con estas agresiones y suicidios nos están salvando la vida?