En vivos

Decía mi adorada Sanna Nielsen tras la final de Eurovision 2014 (no dejen de leer aún, su oído lo agradecerá) que durante su interpretación hubo un momento en que no llegaba a escuchar la música de sus in-ears por encima de la voz del público del B&W Hallerne. Para los poco puestos, los in-ears son esos auriculares que suelen llevar los cantantes (de verdad) en la orejilla. Sí, sí, el pinganillo. ¡Atención, apunte señora! Si está viendo usted un programa musical de esos que llegan a la tele española únicamente en verano o Nochebuena, no se deje engañar. Si el cantante no lleva pinganillo o in-ears, no canta en directo. Piense conmigo. Sin oír la base musical mal van a cantar lo que hay encima. ¿Que soy muy tajante? Vale, busque monitores (altavoces del revés) cerca. Si no los ve, se la están colando. Y la prueba de fuego, si el cantante no ha dicho una palabra fuera de la letra de la joya musical de turno, ¡huele a chamusquinaaaa!

Llega el verano, señora, y con él la sombrilla de playa, la nevera azul de borde blanco, la crema de factor 55.0, la caló sofocante de Sevilla (tiene un color especial) a las dos de la tarde y, ante todo, los festivales de música al aire libre. Quien dice festivales, dice conciertos, fiestas, verbenas, performances... Lo que sea. Y con ellos el peligro. Me decía el otro día una conocida que trabaja en una orquesta que, a partir de cierta hora, se pone el automático y tira en playback hasta el final de la noche. "¿Y cobráis igual?". "Ni se enteran".

Jamás he hecho playback. Creo que ni sabría. La confesión me dejó a cuadros; primero, que se puede hacer música de mentira con todo el morro y, segundo, que sea verdad que la gente no se entera. Alguien en algún momento decidió que la música tenía que sonar perfecta y para ello solo cabía la posibilidad de enlatarla en estudio y pasearla por todas partes. Sin gracia. A mí, como música, me indigna profundamente ver cómo un tipo que se dice cantante se dedica a mover los labios ante el micrófono. Cantante es el que canta, digo yo. ¿Que es más sencillo así? Pues no se llame músico y cobre un pastizal... ¿Que no puede ofrecer los mismos resultados que el disco? Eso es su problema. Es lo que tiene pasarse con el autotune en estudio.

Señora, busque música, buena o peor, pero en directo. Lo pasará mil veces mejor, piense que, para escuchar el disco, siempre tiene Youtube. Observe, si los micros se acoplan al menos una vez, mal por el técnico, pero bien por usted. Lo que tiene delante es música en vivo, única e irrepetible. Podrá no ser perfecta, pero nunca volverá a sonar igual.

La pobre Sanna, a la que la base musical de Undo llegaba vía in-ears, casi no podía escuchar la música sobre las voces de los eurofans, que cantaban con ella cada palabra de la canción. ¿Y ella parecía mosqueada? Ni mucho menos, estaba encantada con la euforia de los fans. El que tiene tablas, las tiene.

Llega el verano y con él se agudiza el síndrome post-Eurovision, por eso los eurofans nos dedicamos a ver los festivales suecos por la SVT... O la tele sueca directamente. Una tele en la que abundan los programas de música en directo que tanto anhelo yo para nuestras teles y oídos. Pero no se me logra, oiga...