Fiesta del Corpus

Se decía que la fiesta del Corpus brillaba más que el sol, y sigue brillando. Se celebraba en jueves, el Jueves de Corpus, pero, desde hace unos años, la fiesta se ha trasladado al domingo. Se le da el nombre de fiesta del Corpus Christi (el Cuerpo de Cristo), pero, antiguamente, se le decía Corpus Dómini (Cuerpo del Señor), que viene a ser lo mismo. Su finalidad es proclamar y aumentar la fe en Jesucristo, presente en la Santísimo Sacramento. Éste es el propósito de la Iglesia, al incluir esta festividad en el calendario litúrgico.

Vamos a hablar de su origen, que viene de muy largo. Conmemora el milagro, que tuvo lugar, en 1263, en la basílica de santa Cristina de Bolsena (Italia). Un sacerdote de Praga, atormentado por dudas acerca de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, mientras dividía la Hostia consagrada en la celebración de la misa, vio el corporal lleno de sangre, que brotaba de las sagradas especies. Asombrado y aturdido por tan gran prodigio, pidió ayuda; suspendió la celebración de la misa, y, recogidas las sagradas especies en paños sagrados, corrió a la sacristía, sin reparar que, en el trayecto, algunas gotas de la preciosísima Sangre habían caído sobre el mármol del pavimento. En dicha basílica, se guardan, con celo, las reliquias del milagro de Bolsena: una de las piedras sagradas, sobre la cual aún se perciben grumos de la preciosa Sangre del Redentor. Un año después (08/09/1264), el Papa Urbano IV instituyó la festividad, que se celebra, con especial relevancia, en varios países del mundo. Entre su ritual, se incluye una procesión, en la que la Hostia consagrada se exhibe en una custodia.

La fiesta del Corpus, de siempre, se celebra con la mayor solemnidad y magnificencia. Una función, que incluye un ritual que se prolonga a lo largo del año: con las dos misas nuevas y las minervas, que tienen lugar en los terceros domingos de cada mes, con exposición del Santísimo y procesión dentro de la iglesia.

Yo no sé si tú conoces el porqué se dice Minerva esta misa y por qué se celebra el tercer domingo de cada mes. Lo de misa minerva viene de la iglesia romana de Santa María sopra Minerva, un templo cristiano levantado sobre otro pagano, dedicado a Minerva, diosa romana de la sabiduría; y lo de celebrarse la misa Minerva los terceros domingos de cada mes, tiene su origen en Tomás de Stella, un dominico, quien fundó (en 1539) la cofradía de la Minerva, que tenía su sede en la iglesia que hemos nombrado, (templo de Minerva), cuya principal misión era la defensa de la Eucaristía, y los cofrades estaban obligados a asistir los terceros domingos de cada mes a una misa con la exposición del Santísimo. Esta celebración eucarística se extendió por toda Europa y dio origen la festividad del Corpus.

Hasta hace poco tiempo, las dos varas del Señor se asignaban a dos mayordomos, que solían ser de distinta familia. Cada uno se encargaba del culto al Santísimo Sacramento durante medio año, y el período se iniciaba con la misa Nueva, mientras que el otro se hacía responsable del medio año siguiente; lo mismo sucedía con la festividad: el mayordomo mayor protagonizaba la ceremonia y banquete el Jueves de Corpus; y el otro, el Domingo Sacramento.

La mayordomía del Señor implica mucha responsabilidad y compromiso por la cantidad de actos cultuales que demanda durante todo el año. No todo el mundo, por estas obligaciones y por su coste, podía optar a la vara; últimamente, las cosas van tomando otro rumbo, que suaviza y facilita el cumplimiento de las exigencias del cometido, debido a que ya no son dos mayordomos quienes llevan el peso de la misma, sino que son familias las que se ofrecen a mantener el culto sacramental en su tradicional solemnidad, fervor y esplendor, mostrando, en ese día, lujosas galas en las mesas del recorrido procesional, y el traje típico de charra, que lucen las muñidoras con todo su garbo y prestancia.

Últimamente, se ha recuperado la presencia de los músicos en la procesión, en la que interpretan tradicionales motetes propios de ese día.

Cuando escribo estas líneas aún me retumban en los oídos el repique de campanas y la explosión de aquellos cohetes bomba, que rasgaban el cielo el día de la víspera del Corpus, anunciando la fiesta y en el momento de alzar; y me viene al recuerdo la presencia de los niños de la primera comunión, el olor a tomillo y aquel sol que doraba el trigo y amamantaba la uva.