De la productividad sin límite al DECRECIMIENTO

La situación prolongada de crisis económica y de valores, los recortes, las agresiones al medio ambiente, el desempleo, el hambre y las desigualdades han provocado llamadas insistentes a políticos, Jefes de Gobierno, de Estado y de Oposición, materializadas en manifiestos firmados, mareas, concentraciones, manifestaciones. Muchos ciudadanos no acuden a estas protestas, sumergidos en una ola de pesimismo, de desconfianza y de pasividad ante lo oscuro, amenazante y desproporcionado que parece solaparse en la atenazadora crisis. Pero entre los cúmulos grisáceos y tormentosos, se van abriendo rayos de luz: una juventud que emerge con fuerza, proyectos humanitarios, sociales y económicos de grupos de personas que atienden a nuevas cosmovisiones o paradigmas. Aunque en los medios de comunicación escasean noticias de este calado, pues cae bajo sospecha cualquier iniciativa que no surja del statu quo, de vez en cuando brillan con luz propia e iluminan las sombras que nos deprimen.

Se mueven variados grupos como los que señalan una dirección contraria a los mitos que nos inyectaron los venenos de la productividad y del consumo. No está lejos la fatídica burbuja inmobiliaria que llenó de construcciones y de complejos urbanísticos las periferias y las carreteras de salida de nuestras ciudades y seguimos pagando sus consecuencias, con el déficit, recortes, ivas, paro, los derrumbes, exceso de viviendas vacías frente a los ignominiosos desahucios que dejan en la calle a cientos de familias en extrema necesidad. Las empresas automovilísticas se derramaban suponiendo que la demanda superaría la producción y oferta y con los planes "renove" nos hacían cambiar de coche como de camisa. La superabundante productividad de alimentos, lustrosos por fuera y podridos por dentro, acrecía la exportación. La ropa, apenas usada cuatro días, llenaba después los caritativos roperos parroquiales que suministraban a los vendedores ambulantes la barata mercancía de los mercadillos. No queda espacio para acumular los excesos de producción y faltan contenedores para la basura que se genera. Suerte, no, vergüenza, que la "nueva clase de pobres", para subsistir, tenga que merodear y escarbar en los deshechos.

Todo esto nos suena a barbarie, porque como bien dijo J.L. Sampedro : "barbarie es gastar millones en buscar agua en Marte cuando contaminamos la que tenemos aquí. Nos enfrentamos a un sistema cruel, decadente, un sistema cuya razón de ser es el crecimiento continuado que nunca podrá ser sostenible por mucho que se disfrace. "La crisis económica sólo es la punta del iceberg de la que subyace un modelo de desarrollo basado en el crecimiento continuo que ha provocado una crisis ambiental y social sin precedentes".

"El cambio es inevitable y vendrá con una educación en valores permanentes: libertad, dignidad humana, respeto a los demás y al medio ambiente, destronando al dinero de su poder absoluto"?Pero ¿cómo? ¡Ojalá se produzcan y se propaguen movimientos de lucha, benditos de Dios!, porque "tenemos no el derecho a la vida?sino EL DEBER A LA VIDA, el deber de protestar y de pensar de otra manera" siguió diciendo J.Luis Sampedro. A tenor de estas y de otras muchas voces que han clamado contra esa "demencia integral" o "círculo infernal" de trabajar para gastar, gastar para consumir, ha surgido un movimiento en favor del DECRECIMIENTO, que provoca y aglutina a muchas personas y ONG's y denuncia la inviabilidad de la sociedad basada en el crecimiento económico, con el slogan "Vivir mejor con menos". Pretenden disminuir la extracción de recursos, la generación de residuos, las desigualdades, basándose en criterios de justicia social y ecológica. El decrecimiento es una vieja y renovada corriente de pensamiento económico y social, una forma de vivir con nuevas relaciones de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, entre los propios seres humanos. Se inscribe en un movimiento más amplio de reflexión sobre la bioeconomía y el postdesarrollo, que implicaría un cambio radical de sistema. La conservación del medio ambiente no es posible sin reducir la producción económica que es la responsable de la reducción de los recursos naturales y la destrucción del medio ambiente que genera, Hoy está por encima de la capacidad de regeneración natural del planeta. A la rapacidad de los poderosos no le importa acabar con los parques naturales, con los mares y los ríos, hasta con nuestra atmósfera. El reto está, como dice el slogan, en vivir mejor con menos. No es algo negativo, sino al contrario porque «cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce». Llegar a este modelo de sociedad a gran escala no es imposible, pero sí difícil porque todo nuestro sistema parece obnubilado con el crecimiento. En realidad los beneficiados son los de siempre: bancas y grandes empresas, las ratas del opaco y famoso Club. Primas de riesgo, subidas y bajadas de la bolsa, es su lenguaje que exhiben nuestros medios y nos venden como de interés general.

Cada año se celebran Encuentros de Decrecimiento y Buen vivir a los que hay que saludar, en los que colectivamente, se piensa en nuevos modelos y yacimientos de trabajo y se ponen en común las experiencias que ya están en marcha. Muchísima gente con sabiduría, entusiasmo e imaginación lleva tiempo trabajando por esta vida feliz para todos y económicamente sostenible de verdad. Los demás tenemos que creerlo y arrimar el hombro.