El sueño de Morfeo

Hace unos días, me mandaron la viñeta que acompaña a este texto. En mi opinión refleja, con esa maravillosa simplicidad que poseen los profesionales de este tipo de humor, el "alienado ambiente" que comenzamos a sentir ayer cuando se inauguró la Copa Mundial de Fútbol, Brasil 2014. No es que no me guste el fútbol, pero en la vida todo es cuestión de prioridades.

Google ha incluido un acceso directo, desde su página de inicio, para ver calles del país pintadas y engalanadas para el magno acontecimiento, también en nuestro país en terrazas y ventanas comienzan a verse banderas nacionales, gente con las camisetas de La Roja con su escudo y su estrellita dorada que nos distingue como campeones del mundo. Durante unas cuantas semanas la información sobre todo lo que acontezca en los campos y fuera de ellos será noticia preferente y objeto de programas especiales, en todos los medios de comunicación, claro que nos contarán todo aquello que "pueda" contarse y aquello que no nos distraiga de monótono soniquete del evento deportivo.

Tal vez, sólo tal vez, oigamos hablar en detalle de las protestas de colectivos de brasileños y brasileñas en muchas ciudades importantes, que denuncian despilfarros en los costes del acontecimiento, que gritan "Un maestro vale más que Neymar", de las huelgas del transporte, de lo inacabado de ciertas instalaciones como el aeropuerto, de la continua devastación de las selvas amazónicas, mientras Dilma, la presidenta, trata de calmar a todos diciendo que el país obtendrá grandes beneficios, que el país se está incorporando a eso que llaman modernidad, incluso mejorar los recursos para educación y sanidad. Por cierto, al entrenador de la selección anfitriona, el señor Scolari, le preguntaron si estas protestas podrían alterar a los jugadores, su respuesta fue clara: creo que no, ellos deben estar aislado de estas cosas, son profesionales. Vamos que no le interesa el tema, ellos a lo suyo, no deben preocuparse por lo que acontezca a los que viven en la otra orilla del mundo.

En un país en construcción política, social y económica el gran negocio se ha puesto en marcha, obras faraónicas, miles de gentes que viajaran al país durante las próximas semanas, escaparate de jugadores a la caza de contratos multimillonarios para la próxima temporada, si es posible en equipos europeos que son los que mejor pagan y si fueran españoles pues ya es la bomba, venta y reventa de entradas, camisetas, gorras, etc.; todo es susceptible de ser comprado o vendido en el gran bazar del fútbol. Los horarios de retrasmisión de los partidos marcaran el ritmo vital del mundo hasta mediados de julio, mientras la abdicación del Rey, el clamor por la reforma de la constitución, el paro, los recortes en derechos básicos, los desahucios, la pobreza de miles de familias, los seres humanos que cada día tratan de saltar las vergonzosas alambradas de las fronteras o arriesgan sus vidas en infames pateras, la ley del aborto, la corrupción, el descredito de las instituciones y el resto de "menudencias" pasarán a un segundo plano eclipsadas por los goles, clasificaciones y pormenores de los equipos y jugadores que compiten por ganar la Copa del Mundo y yo me pregunto ¿de qué mundo?.

Un mundo embriagado por los efluvios de la adormidera futbolística que sólo presta atención a los eventos que generan cuantiosos beneficios, pero no para todos no sólo para unos pocos, un mundo en el que las selecciones nacionales ya no juegan por eso de defender los colores de su país, aunque se casen de decir que es un honor, tal vez debieran pagar ellos por hacerlo y no cobrar escandalosas primas aunque parte de ellas prometan donarlas a ONG. Un mundo en el que unos se mueren de hambre mientras otros declaran no saber ni el dinero que tienen. No, no es demagogia es cuestión de prioridades. Aunque pueda parecer mentira ¡hay vida fuera del fútbol!

Durante un mes caeremos en los brazos de Morfeo, tal vez el buen dios griego, hijo de Zeus y castigado por revelar secretos a los mortales durante el sueño, nos ilumine y nos devele algún misterio para, por ejemplo, contrarrestar la demoledora frase del camerunés y exjugador del FC Barcelona, Samuel Eto'o: Correré como un negro, para vivir mañana como un blanco.