Reinventar el Estado de Bienestar

"Si la tierra está hecha para procurar a cada uno los medios de subsistencia y los instrumentos de su progreso, todo hombre tiene el derecho de encontrar en ella lo que necesita?La tierra ha sido dada para todo el mundo y no solamente para los ricos", " la propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario". No son textos de Marx o Lenin sino de los muchos y vibrantes de la Enc. de Pablo VI, "Populorum Progressio", una llamada ante el conflicto, hoy más que nunca redivivo de las desigualdades sociales y de la transformación leviatánica del sistema capitalista. Desde las primeras páginas del Génesis se proclama la dignidad de todos como "hijos de Dios" y Jesucristo lo acentuará como su principal mensaje y praxis con los más desahuciados de su pueblo. La Ilustración francesa tomó como estandarte tres palabras: libertad, igualdad y fraternidad. Se ha vertido demasiada sangre para el reconocimiento de los Derechos Humanos y sus consecuencias. Que la tierra sea un "paraíso para todos" ha sido sueño, aspiración universal y lucha constante desde tiempos primordiales, con terribles castigos de los dioses y poderosos, a la pretensión por lograrlo: Prometeo, Tántalo son ejemplos míticos, Adán y Eva bíblicos. A lo largo de la historia, sólo minorías han conseguido egoístamente, imperios, gobernanzas dictatoriales, islas afortunadas, paraísos fiscales, clubs de Bilderberg, casi siempre a costa de la pobreza de millones de seres.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se logró instaurar el llamado "Estado de bienestar" por la confluencia del El reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, elites políticas y económicas conservadoras ilustradas, y grandes sindicatos que otorgaron esquemas más y más amplios de seguro obligatorio, leyes sobre protección del trabajo, salario mínimo, expansión de servicios sanitarios y educativos y alojamientos estatalmente subvencionados, así como el reconocimiento de los sindicatos como representantes económicos y políticos legítimos del trabajo. Salvo en los sectores más conservadores el consenso era casi universal, el mismo que hoy existe para reducirlo y sustituirlo por un "estado de beneficencia". El Estado de Bienestar nació de la Democracia, pero si las Instituciones que la encarnan se subordinan a los poderes económicos, "si no hay un cierto tipo de resocialización de la tierra, de la salud, de la educación, de la ciencia, no habrá democracia en ningún lugar del mundo", (Casaldáliga).

La difícil convivencia que se había logrado entre el socialismo democrático y el capitalismo, con éste, cada vez más salvaje, la crisis actual que podía haber conducido a superarlo, no ha hecho mas que fortalecerlo, llegando a límites impredecibles. Todas las familias progresistas quedan debilitadas resurgiendo con fuerza la extrema derecha. Se multiplican las voces de alarma porque el retroceso de la izquierda en España y en Europa es evidente. No obstante. en las recientes elecciones europeas, con la caída del bipartidismo, el espectro de la izquierda, quizá demasiado fragmentada, parece recomponerse.

"Todo buen ciudadano debe indignarse actualmente porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo", gritaron a los jóvenes Stephane Hessel y nuestro querido J. Luis San Pedro, dos ancianos de cuyo grito surgió el movimiento sorprendente del 15M que empieza a dar frutos en rostros jóvenes, que inyectan esperanza: Pablo Iglesias, Tania Sánchez, Alberto Garzón, Ada Colau, Lara Hernández, Teresa Rodríguez, Albert Rivera, Beatriz Talegón. Marina Abiol, ?Si el Estado pasa a manos de una persona también joven, moderna y preparada, podría lograrse la necesaria regeneración, que todos necesitamos, porque la crisis actual no es una cuestión de ciclo sino "de algo más profundo" que nos ha devuelto a los años 40. Por eso, hay que reinventar el Estado de Bienestar, reinventar una Democracia en la que ni los "expertos", élites, bolsas y bancos sean los que determinen los rumbos sino los ciudadanos y sus Parlamentos. Una Democracia que devolviendo la soberanía al pueblo, sea verdaderamente participativa, real, en la que sean prioritarias las políticas de igualdad, equidad, transparencia. Hemos de recuperar ese vector de fuerza solidaria que recorre lo más noble de toda la historia humana. Sólo así podemos encarar y resolver los grandes males que asolan al País y a todo el planeta: bolsas vergonzosas de pobreza, desempleo y formas similares de injusticia, Inseguridad Social, desigualdad de género, enfermedad y dolor, crueldad penal, esclavitud y otras formas de servidumbre, totalitarismos, discriminación racial y religiosa, racismos, falta de oportunidades educacionales, diferencias rígidas de clase, guerras permanentes.