La Iglesia de Francisco

´La Iglesia de Francisco´

En Salamanca a Enero y día 14 de 1786, D. Eliecer Tabernero, empleado de la Inquisición giró una visita, suponemos que rutinaria, al Seminario Diocesano para someter a examen las últimas adquisiciones de la Biblioteca, no fuera que, en un Seminario tan liberal y abierto, que solo cuatro años después caería bajo la influencia de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, cuando éste lograra entrar en el Consejo de Órdenes Militares, se colara alguna herejía o, simplemente, un mal pensamiento que pudiese pervertir la mente y el corazón de los futuros sacerdotes. Presentados que le fueron los nuevos volúmenes solo encontró un párrafo inconveniente y procedió a tacharlo. En la página 22 de un libro de formato mediano, encuadernado en pergamino y titulado "Vida de el Papa Clemente XIV (Ganganeli)", escrito en francés por el marqués Caracciolo; traducido en castellano por D. Francisco Mariano Nipho, segunda impresión con privilegio y las licencias necesarias en Madrid: por Miguel Escribano, Año de MDCCLXXVI; se hallará en la Librería de Escribano, calle de Atocha, con las demás obras del autor. Pregunta: ¿y si está tachado, cómo lo he leido? Pues porque en la Biblioteca hay otro ejemplar sin expurgar.

Vayamos al párrafo tachado (respetamos la ortografía original; todavía no había sido fijada por la Real Academia de la Lengua): "Se sabe comúnmente, que la Congregación del Santo Oficio, compuesta de doce cardenales, de muchos Prelados y de algunos Teólogos Religiosos, á quienes se dá el titulo de consultores, entiende, y juzga de materias de Inquisición, y heregia, bien que (aquí empieza lo tachado) la Inquisición de Roma de mucho tiempo acá es un Tribunal que ostenta poco vigor. Por no desviarse los Papas de la moderación Evangelica cierran los ojos a ciertos delitos, que por lo común no tienen otro principio que la preocupación, y el atolondramiento. Y así podemos decir con verdad, que la ciudad donde hay menos inquietud por asuntos de Religión es la Capital del Orbe Cristiano?"

Parece que los tiempos han cambiado. No sólo hay un jesuita en la Sede de Pedro (Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús, pero eso es otra historia), sino que está empeñado en un programa profundo de reforma de la Iglesia. Las revoluciones pueden intentar hacer tabla rasa del pasado y del presente, aunque casi nunca lo consiguen porque no van a la raíz del problema, el corazón del hombre. Las reformas se hacen asumiendo el pasado, no rompiendo con él, reconociendo errores y aciertos y teniendo muy en cuenta la debilidad de la condición humana. Y ese ambiente es el que se respira en Roma. Durante el mes que he pasado allí fuimos recibidos por el segundo de a bordo de la Congregación del Clero -la primera reformada conforme al estilo del Papa Francisco- con quien conversamos de todo, ningún tema espinoso quedó fuera, nada de cerrar los ojos, durante más de una hora; hacia el final del encuentro compareció también el cardenal Stella, responsable último de la Congregación y, a lo largo de los días, pudimos contactar también con algún asesor muy implicado en los trabajos de la Congregación. Gran parte de los problemas de la Iglesia, en todos los tiempos y en estos, provienen de que una parte del clero no nos tomamos en serio la vocación sino que la vivimos a medio gas. Y al contrario, la nueva evangelización tendrá éxito en la medida en que los sacerdotes seamos fieles a nuestro ministerio y lo vivamos con entereza de carácter, claridad de mente y hondura espiritual, sin medias tintas.