Botar y votar

Como una es muy consciente de sus obligaciones y ayer no me bebí más que una cervecita antes del partido? ahí me voy a media mañana a votar cual caperucita roja con anorak, barra dominical y periódico impreso? y me encuentro que somos cuatro, los de la mesa, la menda y el apuntador, digo, el interventor. Me temo que anda todo el mundo con la resaca futbolera, unos celebrando aún y otros quejándose de la placenta de yegua ?remedios de lugares ignotos- y hasta del árbitro, que se las tuvo y mantuvo con el amigo Simeone. Al final, son los de siempre, dice mi dilecto hermano, los que se llevan el gato al agua, a los Atléticos les queda la honra y la alegría de concitar todas las esperanzas, esas que tanta falta nos hace, porque eso de la macroeconomía parece que va bien, pero lo de la micro no se ve ni con lupa.

Entre el frío que nos ha devuelto la manta y la idea de que la cosa no mejora a la velocidad que nos cuentan, aquí estamos como siempre, deseando que llegue el verano, la caña en terraza y hasta el Mundial para olvidarnos de nuevo que no hay para pagar los dichosos libros de los niños y que el comedor escolar becado ha cerrado. Lo dicho, no es fácil para nadie esta situación que ya miramos con cierta resignación no sé si cristiana o de Diego Costa, de Casillas o de Courtois. Y en medio de este desánimo atemperado por el fútbol, nos dicen que hay que ir a votar y ahí nos tienen, haciendo el paripé a todos los europeos, convencidos de que por no arreglar, no arreglan ni los baches. Reconozcámoslo, cada uno lo que quiere es que le solucionen lo suyo, a más tardar mañana y que además, nos devuelvan el dinero. Por suerte somos todos un poco más felices con esto de la copa y hasta de las reuniones de amiguetes en las que consumimos la lata de cerveza marca blanca y nos volvemos todos un poco niños. Entre botar la pelota e ir a votar a estos señores me temo que hemos decidido?