La educación en la era digital

Defenderse de la contaminación seudo-intelectual y seudo-ideológica requiere el conocimiento de los códigos periodísticos, publicitarios, recreativos, propagandísticos y docentes que, más allá del lenguaje interpersonal cara a cara, ejercen hoy una notable influencia social. La multiplicación de canales y soportes y el crecimiento vertiginoso de la información hacen que la comunicación colectiva resulte cada día más confusa, cuando no contraproducente. La mera constatación de que los esclavistas de cualquier época histórica prohibían aprender a leer a quienes tenían sometidos y explotados, es razón suficiente para estimular a la lectura, que hoy pasa ineludiblemente no sólo por la enseñanza básica de la palabra escrita sino por los signos y símbolos omnipresentes en el ecosistema digital. No hay fórmula que garantice mejor la defensa de los derechos individuales y colectivos. La verdadera educación es la que propicia el conocimiento, pues sólo así se aprende a interpretar y encauzar adecuadamente los mensajes y, en definitiva, a ser más libres en la formación de juicios y la adopción de decisiones.

Hace más de cuatrocientos años que el Real Consejo de Castilla (el consejo de ministros de entonces) definió a los pedagogos como "Maestros del nobilísimo arte de leer, escribir y contar". Urge que en la formación del profesorado de primaria y secundaria se incluyan rigurosamente las principales nociones sobre comunicación digital, un aspecto acuciante a causa de la influencia de la cultura de la imagen en la forma ver las cosas que tienen las nuevas generaciones, que no perciben su entorno como lo hacían las de hace sólo un cuarto de siglo. Para ello resultaría muy conveniente la elaboración de una tipología global y homogénea, semejante a la Gramática del lenguaje escrito, que presente de manera sucinta las reglas de los mensajes digitalizados. Se trata de enseñar a captarlos y descodificarlos (en definitiva "leerlos" y entenderlos), y también a utilizarlos de forma correcta (expresarse mediante sus signos, "hablarlos" y "escribirlos" o, en su caso, plasmarlos gráfica y audiovisualmente).

La conveniencia se extiende a la totalidad de los grados educativos, incluidos los de más alta especialización. Ahora mismo están obteniendo un éxito extraordinario los cursos abiertos on line masivos, denominados ya con el acróstico MOOC, que en palabras del especialista Nathan Harden, constituyen "una amalgama educativa de YouTube, Wikipedia y Facebook". Algunos de los más destacados inventores, investigadores y profesores del Instituto Tecnológico de Massachussets y la Universidad de Stanford imparten lecciones interactivas en las que cualquiera que disponga del necesario nivel académico puede participar, bajo control de acceso, a un precio prácticamente nulo. Desde que comenzó esta iniciativa, se han matriculado cientos de miles de estudiantes y graduados de todo el mundo. Si bien es cierto que una gran mayoría no pueden seguir el elevado nivel ni el ritmo de los cursos, son ya miles de personas las que han disfrutado del conocimiento de los últimos avances en teoría y práctica de las NTIC y pueden presumir de haber obtenido un certificado por centros como Stanford y el MIT, inalcanzables para el común de los mortales por el elevado coste de sus cursos presenciales.