En busca de la Excelencia perdida. "Los Yayoflautas"

Me han comentado mis amigos claustrales, ya sabéis; el decano y los matusalenos de mesa camilla y brasero, que el director ha puesto un cartel en blanco en la Sala de Profesores para que cada docente apunte los euros que quiere aportar para pagar la comida de los viejos y, de paso, comprarnos algún recuerdo.

Disculpad mi arrogancia, pero me niego. No necesito que me regaléis más plumas, bolígrafos, trastos y herramientas, ¡qué pereza! se las dejó a los ingleses que se retiran a rebozarse de sol en nuestras playas, a garabatear pseudo memorias, a destripar terrones en los jardines traseros de sus casas o a cosechar berenjenas y coles. Tampoco quiero unos prismáticos? ya no preciso mirar tan lejos. Ni un transistor, que me sacudiría la gustosa soledad que me envuelve y me vapulearía los sueños. Ni más libros, que en mi biblioteca tengo un cerro por descifrar. Y mucho menos algún engendro virtual de ese engañabobos de la ciencia. Ni tan siquiera un reloj, aunque fuese de cuerda, porque? ¿quién quiere escuchar los latidos del tiempo? Tened por seguro que lo abandonaría para que se desangrase en un rincón del trastero.

Si acaso?, no tiréis y dadme los atlas acartonados y amarillentos. Esos viejos mapas de países que antaño existieron y en los que la vida, y el repasar blando de mis dedos, han ido desgastando fronteras, ideologías, creencias, himnos y banderas. Con los nombres de las naciones desdibujados y los bordes borrosos podré imaginar paces, suprimir guerras y desterrar tiranos al rincón ése de los relojes muertos.

Aunque, por otra parte?, fijaos en el resto de miembros de la comunidad educativa; administradores, inspectores, asesores, alumnos, padres y hasta el mismo Ministerio. Ved como año tras año se ponen de acuerdo para enviar, entre todos, un carretón de silencios. Con él despachan, curso tras curso, a los nuestros. Sólo desentonáis vosotros, compañeros. ¿Por qué vais a ser más que el resto? Tomad ejemplo y dejad que pasemos desapercibidos, aferrados con las dos manos a los recuerdos.

Mas esta mañana, una pluma anónima aprovechó la quietud que precede a la torrentosa entrada de los alumnos en el Centro, y escribió debajo de este escrito, unos versos?

"Ya llegaron sigilosas, de puntillas, como llegan algunas auroras, las dos caras de una memoria sin fatiga, las certezas y los ecos, el azar reposado, los perfumes de penumbra, las indulgencias de luna, las rosas flotantes del amor, la sal de una lágrima y los muchos recuerdos.

Si el presente valiera nuestros sueños?

Tantos años derrengados de bibliotecas de dudas, de hondos anhelos, de sublimes jerarquías y de códigos idénticos. Y estos alonsos quijanos descabezando, día a día, contradicciones, incertidumbres, represiones, máscaras y silencios.

Si el presente valiera nuestros sueños?

Pero? ¡qué importa! Si vosotros, con contagios de juventud, el laberinto lo hicisteis derecho, encontrasteis la metáfora perdida, los días siempre nuevos, el olor dulce, sagrado y pegajoso del romero?, y los acordes de esos instantes eternos.

Si el presente valiera nuestros sueños?

Y cuando el aroma de las mañanas sea otro y podáis caer en la tentación de soñar, reír, volar o pasear sobre las espumas de la vida, regresarán en tropel los sueños azules, las risas de coral, las alas de nácar y las olas de cristal. Entonces, y sólo entonces, en el brumoso crepúsculo las golondrinas os traerán un ramo de estrellas fugaces.

Si el presente valiera nuestros sueños?, os echaríamos más de menos."