los hilos del poder

Los hilos del poder, sobre todo en regímenes políticos autoritarios, se utilizan para coser la educación y adherirla al hemisferio derecho del cerebro, el que tiene que ver con las emociones, en lugar de unirla al izquierdo, el de la lógica y el razonamiento, o, lo que es lo mismo, el de la reflexión y la crítica. El poder sectario y excluyente utiliza la educación para adoctrinar y manipular las conciencias de sus súbditos, en lugar de inculcar valores democráticos de libertad, igualdad, tolerancia, solidaridad y pluralismo entre los ciudadanos.

La generación de mi infancia, la última del franquismo, tuvo la oportunidad de conocer "in situ", las entrañas de la educación de "la letra con sangre entra" y la de "a palos se hacen los hombres", en la que se nos decía que los enemigos del Caudillo eran la "anti España" roja y asesina, edulcorada con la hipócrita caridad del nacional catolicismo. Los cuadros de Franco y José Antonio, junto al crucifijo y la Inmaculada, aparecían iluminados por una aureola bíblica y sobrenatural que te advertían del fuego del infierno si no los reverenciabas como el poder exigía que se hiciera. Los maestros y educadores del régimen consideraban importante aprehender matemáticas, geografía, lengua, historia o religión, pero también que "si te masturbabas cometías un grave pecado y como castigo divino podrías quedarte ciego en poco tiempo".

En esos temas pensaba yo cuando el pasado día he leído que la editorial Anaya ha retirado un libro de texto de educación primaria por falta de rigor en las biografías de Lorca y Machado, al manifestar que Lorca "murió cerca de su pueblo" y que Machado "se fue a Francia con su familia y allí vivió hasta su muerte", obviando, en el primer caso, que fue fusilado, y, en el segundo, que si se marchó a Francia con su familia fue por la tristeza del exilio, única forma de salvar en pellejo. A los niños hay que decirles la verdad y en su lenguaje, pero no ocultar una información relevante y objetiva. Paradojas del destino hicieron que fuera precisamente Machado en "El crimen fue en Granada", quién dejara plasmado en su poética, el fusilamiento de Lorca:

Se le vio, caminando entre fusiles,

por una calle larga,

salir al campo frío,

aún con estrellas de la madrugada.

Mataron a Federico

Cuando la luz asomaba.

El pelotón de verdugos

no osó mirarle la cara.

Todos cerraron los ojos;

Rezaron: ¡ni Dios de salva!

Muerto cayó Federico

-sangre en la frente y plomo en las entrañas-

Que fue en Granada el crimen

Sabed ?¡pobre Granada!-, en su Granada

Y el bueno de Serrat (ese cantautor que siempre me emociona), también dejó constancia en su canción "En Colliure", que Machado murió en el llanto del exilio, junto a su madre, que igualmente, moriría días más tarde:

Soplaban vientos del sur

Y el hombre emprendió viaje.

Su orgullo, un poco de fe

y un regusto amargo fue

su equipaje.

Miró hacia atrás y no vio

más que cadáveres sobre

unos campos sin color.

Su jardín sin una flor

y sus bosques sin un roble?

Resulta muy triste que, después de 78 y 75 años respectivamente desde estos lúgubres sucesos, se quiera ocultar la verdad en la educación de los niños de hoy. Como también, que el Ministerio de Defensa y el ayuntamiento de Pamplona quieran homenajear al regimiento "América 66", cuyos miembros violaron a 14 enfermeras y luego, junto a una niña de 15 años y 4 celadores de hospital, fueron asesinados. ¡Maldita Guerra!, en cuyas cenizas aún hay rescoldos que pueden volver a provocar llamas si no los apagamos entre todos con los extintores de la verdad. Una verdad que honre a todos los caídos por igual (con independencia del bando al que pertenecieran) y se cierren de una vez todas las heridas.