Ni blanco ni negro

Es difícil en un país de extremos como el nuestro, intentar definir posiciones sociales y políticas que puedan romper los esquemas estereotípicos de izquierda o de derecha.

Si nace un partido de posición diestra, siempre estará marcado por unos principios económicos, nacionales y éticos que ya antes de su nacimiento estarán definidos: liberalismo económico, centralismo y unidad, antiabortismo, etc.

Por el contrario una formación de nuevo cuño posicionada en la izquierda defenderá el intervencionismo económico, una política fiscal que sufrague las políticas sociales, un estado laico, etc.

Yo, y entiendo que como yo, habrá muchas personas que le gustaría coger un poquito de aquí y de allá, pudiendo dar libertad, por ejemplo, a un enriquecimiento merecido de personas emprendedoras sin dejar de tutelar un reparto de la riqueza más equilibrado, que se puedan defender principios morales o religiosos de defensa de la vida y respetar por otra parte un estado aconfesional, etc.

Valoro mucho las nuevas formaciones políticas que se están gestando y que pueden dar un poco de aliciente al desolador panorama político al que PSOE y PP no han llevado, valoro muchísimo el esfuerzo de personas que en vez de utilizar la crítica de sillón o de barra de bar, que casi todos practicamos, pasan a la acción y se implican, sacrificando partes importantes de sus vidas personales y profesionales para intentar cambiar las cosas, pero sigo viendo que este país sigue siendo el de las dos españas.

Entiendo que la sociedad civil tiene que asumir un nuevo rol, no podemos delegar permanentemente en los poderes institucionales, ni en los poderes de partido.

Me anima ver que hay gente que se anima a hacer el esfuerzo, pero me desanima ver que estas nuevas formaciones intentan recobrar el espíritu perdido de la derecha clásica o el del socialismo de libro.

El mundo está cambiando, a nivel tecnológico, supranacional, planetario, con unas repercusiones sociales que aún no somos capaces de vislumbrar, y me encantaría ver como surgen partidos, con idearios más modernos y acordes con el nuevo ciclo que lo que al planeta se le viene encima, que elevan su mirada un poquito por encima de los estereotipos y las posiciones predefinidas y que intentan ser más prácticos y menos radicales a costa de no saber bien donde encuadrarlos en este mundo político unidimensional que solo sabe moverse entre la izquierda y la derecha. Para ellos recordarles que también existen el arriba y abajo, el delante y detrás, el antes y el después.