Trabajadoras y trabajadores

En primer lugar permitidme que os desee a toda una feliz Pascua de Resurrección.

En estos días se han instalado algunos puestos callejeros donde sus propietarios, a voz en grito, anunciaban su mercancía o las bondades de la misma. Uno había que vendía gafas y gritaba que tenía la mejores y más bellas gafas para "caballeros y caballeras", lo que producía la consabida hilaridad entre los transeúntes, ganándose así su voluntad dirigida a la posible compra.

Viene esto a cuento de la moda, empezada por los partidos de izquierda y que, lamentablemente, es continuada por todos o casi todos los partidos existentes en el arco parlamentario y fuera de él. Los compañeros y compañeras, trabajadores y trabajadoras, ciudadanos y ciudadanas, nos lleva a menudo a los miembros y las miembras. Es absurdo este pretendido feminismo que se circunscribe al lenguaje y que por ello destroza el propio lenguaje, veamos.

Paseando el otro día por una de las calles la ciudad, se acercaron un agente y una agenta de la autoridad requiriéndome la documentación; extrañado me dirigí a la policía en cuestión que me dijo me dirigiera al policío, pues ella estaba en otra labor, motivo por el cual me dirigí al miembro de la fuerza municipal el cual me conminó a que esperase que la miembra terminara y después me dirigiera a ella. Así las cosas, acertó a pasar por allí un curo que me pregunto si había visto pasar a una cura, compañera suya, indicándole que no había visto a ningún religioso o religiosa pasar por allí, me dio las gracias y manifestó su prisa pues estaba buscando a una comadrona o a un comadrono para un parto urgente. Un colego y una colega mía me preguntaron si podían hacer algo por mí, a lo que les contesté que no, que estaba viendo trabajar a unos hombres y a unas mujeres que eran tenderos y tenderas y que me habían pedido la documentación pero ignoraba el motivo.

Bien, el amable lector perdonará la licencia que me he tomado con el tema de compañeros y compañeras, pero me resulta absurdo que se planteen estás cosas como un mero acto de demagogia política que está invadiendo otros sectores de la vida pública y que, a mi entender son absurdos. Creo que también al parecer de los oradores, pues cuando el discurso es irrelevante y, la mayoría de las veces demagógico, utilizan el femenino y masculino innecesariamente; no lo hacen así cuando el mensaje está cargado de un hondo sentido político, pues si bien el inicio es femenino y masculino, luego no se produce en el resto ni en el contexto de la disertación. Por otra parte ellos ya no se creen lo que dicen, pues es una coletilla aprendida sin significado semántico ninguno. Por ello insto a las socialistas y a los socialistos, a las comunistas y a los comunistos, a las peperas y a los peperos que aparquen la moda y el modo en que inician sus intervenciones políticas. Ya no cuela.

Por otra parte, el feminismo es luchar para que todos, hombres y mujeres, tengamos los mismos derechos en nuestra sociedad, dejándonos de estupideces que lo único que consiguen es desvirtuar las auténticas necesidades para la consecución del único fin: igualdad total entre hombres y mujeres.