Adolfo Suárez, El Rey y los Españoles. La transición a la democracia sin demagogia (III)

El proyecto de Adolfo Suarez y el franquismo reformista que se desarrolla después de la caída de Arias Navarro en 1976 consistía en una serie de puntos: la defensa a ultranza de la monarquía del rey Juan Carlos I frente al republicanismo de la oposición democrática; la reforma política dentro de las leyes franquistas sin ruptura, el olvido del pasado y el rechazo a una depuración de los partidarios del franquismo y finamente la negociación y el intento de división de la oposición democrática con la exclusión, en todo caso del principal grupo opositor: el Partido Comunista de España. Entre sus planteamientos nunca figuró un modelo democrático como el existente en Europa y mucho menos una nueva Constitución.

Frente a ese proyecto la oposición política y sindical, unida desde 1976 en la Plataforma de Convergencia democrática, aspiraba a la ruptura total con el régimen mediante la constitución de un Gobierno Provisional del que estarían excluidos los franquistas que llevase al país a unas elecciones libres previa amnistía general de todos los presos políticos, la exigencia de responsabilidades políticas y penales a los partidarios del régimen, un referéndum donde el pueblo español se pronunciase sobre el futuro régimen: Monarquía o República y un nuevo mapa político con autonomías regionales.

Sin embargo, esta oposición estaba demasiado fragmentada y dividida a pesar del apoyo popular creciente en la calle.

El grupo más importante lo conformaba el Partido Comunista de España, el más combativo con la dictadura, pero estaba preparado más para la ilegalidad que para elaborar un programa para una democracia naciente, sobre todo teniendo en cuenta el enorme peso en la dirección de los viejos dinosaurios de la República. En cuanto al Partido Socialista había logrado una cierta unidad en torno al núcleo sevillano formado por Felipe González y Alfonso Guerra en detrimento de los núcleos vasco y madrileño, pero a pesar del apoyo de sus correligionarios alemanes carecía de cuadros competentes para el momento político que se abría.

El resto de los grupos, quitando a los nacionalistas vascos y catalanes eran más bien un conjunto de intereses personales que verdaderos partidos políticos.

Estos eran los dos proyectos políticos de aquél momento histórico.

En general, los jóvenes sobre todo universitarios y obreros y parte de la clase media simpatizaban con la oposición política, mientras que las clases altas y los grupos sociales de más edad tenían un profundo pavor a la revolución social que habían sentido en el Portugal post-revolucionario.

Por otra parte, el franquismo no carecía de partidarios, no hay que olvidar que mas de medio millón de funcionarios integraban los órganos del Partido único y el sindicato vertical, sin olvidar el aparato de represión del régimen y el miedo de una gran parte de la población todavía traumatizada con el drama de la guerra civil, repetida año tras año cada 18 de julio.

Si Franco murió en la cama es porque contaba todavía con fuertes apoyos entre la población española. Solo después del fracaso del franquismo sociológico en las elecciones de 1977 aparecieron " los demócratas sobrevenidos".

Y además, estaba el ejército, un ejército que actuaba como una especie de estado dentro del estado con un fuerte peso político y social. El ejército español mantenía intactos todos los mitos del régimen y sus integrantes se consideraban como el gran muro frente a la revolución y el comunismo.