Recuerdos de Semana Santa

"Sin la fama de Zamora o Valladolid, la Semana Santa de Salamanca es espectacular. Hoy la Hermandad Universitaria." Escribí este mensaje en mi cuenta de Twitter (con las limitaciones impuestas por los 140 caracteres) la noche del pasado Martes Santo, junto con una foto del paso del Cristo de la Luz y Nuestra Señora de la Sabiduría, tras verla con mis hijos mayores por las calles del casco antiguo de Salamanca. Un par de días antes, el Domingo de Ramos, también vi con mi familia el paso de "La Borriquilla" por la Plaza Mayor.

No tengo consciencia de la primera procesión de Semana Santa que vi. Sí tengo en mi memoria muchas tardes de Lunes, Jueves o Viernes Santo sentado en la pared que separa el Campo de San Francisco de la calle Domínguez Berrueta, siendo bastante niño para ver, con curiosidad infantil, el inicio del recorrido del Cristo de Doctrinos, del Cristo de la Agonía o el Santo Entierro. Recuerdo haber visto en numerosas ocasiones el Acto del Descendimiento en la mañana del Viernes Santo (muchas veces con un calor asfixiante) en el Patio Chico; haber esperado junto a la escultura del Maestro Salinas en la Rua Mayor para ver la sobriedad de la Cofradía del Cristo del Amor y la Paz ("la del Arrabal") en Jueves Santo o ver pasar "El Flagelado" en Miércoles Santo; haber tenido una sensación indescriptible durante la Promesa del Silencio de la Hermandad Universitaria en el Patio de Escuelas al anochecer del Martes Santo; haber madrugado o trasnochado para ver la Hermandad Dominicana en su salida de la Iglesia de Dominicos o en su paso por la Plaza Mayor al amanecer del Viernes Santo; y haber dedicado muchas mañanas del Domingo de Resurrección a ver "El Encuentro". En aquella época, finales de los setenta y primera mitad de los ochenta, no existían aún las hermandades o cofradías del Cristo Yacente, del Cristo de la Vela, del Vía Crucis o del "Despojado".

Más recientemente, he acudido a muchos pregones de Semana Santa (lamento no haber podido asistir este año al de Luis Felipe Delgado porque el Pleno de las Cortes de Castilla y León de ese día duró más de lo habitual); he asistido a varias presentaciones de la revista de la Tertulia Cofrade Pasión animado por mi amigo Javier Blázquez y, una vez que mi mujer se incorporó a la Hermandad de La Soledad, he acompañado su discurrir por las calles de Salamanca en la madrugada del Viernes al Sábado Santo, aprovechando de paso para ver al Cristo de la Liberación en su tránsito silencioso por el centro de la ciudad.

Sirva este breve recorrido por mis recuerdos de Semana Santa, para hacer público mi reconocimiento a las miles de personas que en cualquier cofradía o hermandad, con dedicación admirable, hacen que cada año la Semana Santa de Salamanca sea realidad. Una realidad que merece la pena conocer.