Cosas de familia

¿Cuántas veces hemos escuchado aquello de que la familia es la célula básica de la sociedad? El clan, el linaje, la saga son fórmulas de continuidad a lo largo de la historia que han venido estando configuradas en torno a algún privilegio ligado en una gran mayoría de los casos a la tenencia de la propiedad. La transmisión del apellido se vinculaba a la herencia y la familia a la par de resguardarla tenía un sentido protector. El modelo afectaba a una minoría y, poco a poco, se fue convirtiendo en un formato ideal al que aspirar el resto. El esquema aparentemente estable que conocemos desde hace algo más de un siglo proyecta esa suerte de corrección en el que los cónyuges acogen a la prole y, en ciertas situaciones, a sus padres.

Durante décadas se ha pontificado en pro de esta visión a la que, además, se señalaban notables virtudes vinculadas a la socialización, la transmisión de valores, la auto protección, el equilibrio emocional, la unión y defensa del patrimonio, entre otras. El modelo resultaba absolutamente funcional al orden burgués, de manera que cuando se quisieron poner en danza otros ideales hace poco menos de un siglo, la estructura familiar fue seriamente cuestionada por el papel sustitutivo que venía a desempeñar el estado totalitario o la sociedad utópica, pienso en el caso más llamativo de los kibutz.

Hoy el escenario se ha vuelto mucho más complicado, tradición e impostura se solapan. Los sociólogos sustituyen el término familia por el de hogar y no solo no hay un caso general sino que las modalidades en que se organiza la convivencia admiten estructuras que teniendo geometrías variables ?las hay de una, dos, tres o más personas y el género y la edad de sus integrantes es igualmente impredecible-, la inestabilidad domina su evolución a lo largo del tiempo, de manera que una misma persona durante su vida puede pasar por media docena de situaciones bien diferentes acoplando su identidad a las mismas. Las cosas de familia son difusas a la vez que complejas, son insólitas y terriblemente contradictorias, a veces enternecedoras y otras muy sórdidas.