Andora la Vella (3ª y última parte)

Mis pequeños héroes; Gerard, Pep, Laura, Jenny, Miriam, Cristian, Rui, Pau y muchos más, podré olvidar algún nombre pero no las horas de comedor, de patio, de piscina, de acampada; vuestros ojos y gestos, las voces trémulas y parpadeantes; ¿cómo estaréis ahora?, ¿seréis felices?

Aprendí de Francesc, un soriano que me abrió las puertas del Colegio Nuestra Señora de Meritxell y desde allí de cole en cole pude apoyar a profesores con alumnos de capacidades "extraordinarias", ¡qué sepáis que vuestro modelo de trabajo está empezando a funcionar en Salamanca! Parte de mi se quedó para siempre en vosotros. Os añoro y espero vuestras letras en el buzón de la calle melancolía como diría Joaquín Sabina.

Este último párrafo de este pequeño episodio de mi vida, es el origen de la aventura en Andorra; el deporte me llevó hasta el Poliesportiu, el Joan Alay, el Comunal.

El primer gol del equipo y de la temporada fue una pared con el capi, Dela, el último fue el 4 a 3 que nos dio el ascenso a División de Honor, (luego Cabinho marcó el 5 a 3).

Llegué con la idea clara de disfrutar y crecer y vaya si lo conseguimos, al principio el pabellón presentaba una pobre imagen, más asientos libres que ocupados en las gradas, pero "poc a poc" los espectadores fueron creciendo, el último día, el pabellón, repleto. Por el camino aprendimos a saborear el triunfo del trabajo, ¡éramos equipo!, jugadores dentro y fuera del campo, Chichi, Bori, David, Morales, Ion, una buena panda.

Ascendimos sí, pero me había prometido volver a casa, a mi Salamanca, con la satisfacción de poder respirar profundo, Aviva me estaba esperando, no había oferta posible que aceptar porque la decisión era firme y sincera. Talin, Jorge, Nacho, Xavi y cada uno de mis compañeros me hicisteis muy feliz, quizá sin daros cuenta, entre "troncho, retroncho, azúcar y canela", entre el mutuo respeto que nos proferimos, sólo os puedo decir gracias, merci Andorra.

Sólo me faltó hablar el idioma, pero tranquilos, sueño en catalán y con vosotros.

En Salamanca, vuestra casa os espera.