Senderismo y Mieza

JULIO FERNÁNDEZ GARCÍA / Profesor de la Usal |

Hace ahora diecinueve años, en 1996, los ayuntamientos de las localidades ribereñas de Vilvestre (en marzo) y Mieza (abril), se dispusieron a organizar en sus respectivos municipios sendas actividades deportivo-lúdico-festivas que consistían en realizar marchas o rutas de senderismo por el corazón de Las Arribes del Duero. Fue una apuesta arriesgada, dado que no había precedentes de este calibre en ningún pueblo de nuestra comarca. Era mi segundo año como alcalde de Mieza y tenía mucha ilusión por dar a conocer al exterior las maravillas de nuestro pueblo: sus hermosos paisajes e inigualables enclaves, sus peculiaridades culturales, históricas, costumbristas y tradicionales y el calor de unas gentes hospitalarias y cordiales. Conté con la incondicional ayuda de toda la Corporación Municipal, especialmente de Lorenzo (hoy Alcalde) y de los vecinos del pueblo. La acogida fue más exitosa de lo que pensábamos y, aunque el primer año se concentraron en nuestros senderos algo menos de cien personas, se sentaron las bases de un evento que se ha consagrado como uno de los más relevantes de las fiestas de primavera de esta noble tierra.

Es emocionante escuchar los elogios que durante el recorrido vierten los caminantes sobre esos pendientes y sinuosos caminos, la vegetación y cultivos mediterráneos y los riscos pedregosos que conducen hogaño al paraíso visual y antaño al rudo trabajo para la supervivencia de nuestros antepasados. ¡Cuántos pies con zapatos rotos y cuerpos vestidos de ropa raída y harapienta habrán pasado por sus tuétanos!, ¡cuántas esperanzas, ilusiones y desalientos han sido vividos por esos caminos de Dios!, ¡cuántas batallitas habrán sido contadas de padres a hijos viendo desde este lado las tierras de Portugal!, ¡cuántas anguilas y lampreas se habrán pescado en las desaparecidas pesqueras de 'La Aceña' y de 'Pandera', en el río Duero y vendidas luego en Mieza!

Cada pie que pasó por el sendero

dejó escrito en la piedra un telegrama

Quizá, Neruda, cuando escribió estos versos estaba imaginando senderos, paisajes y cantos como los de nuestra tierra, aunque la vida fuera dura y sus habitantes tuvieran que hacer jornales inhumanos para sobrevivir y proporcionar el sustento de sus familiares, como queda descrito en esta canción popular:

"Pa" ganar siete perras

a la aceituna

te levantas al alba

y hasta la luna.

Las mocitas de Mieza

crían colores

porque suben y bajan

los reventones.

Los miezucos bajaban y subían los senderos guiando mulos cargados de aceitunas, peras, melocotones y almendras. Un día entero para cargar dos banastas de fruta que luego vendían en el mercado de los martes en Vitigudino. Días enteros que empleaban los obreros para ir al salto de Aldeadávila, trabajar sin cesar picando peñascos de granito en las obras de la central hidroeléctrica, para luego, al final de la jornada, subir al pueblo a dormir y los pastores conduciendo las cabras hasta las fincas pro indiviso de 'Las arribes de la parte de abajo y del medio'. Muchos de esos caminos serán recorridos en la ruta de senderismo y podremos disfrutar de miradores emblemáticos sobre el Duero como el 'Picón de Quinterno', 'La peña del Águila' o 'La Code'. Estoy seguro que los caminantes disfrutarán de una jornada inolvidable, porque, además del itinerario, podrán degustar los productos típicos de la gastronomía arribeña regados con el mejor caldo de nuestros viñedos. Y todo será posible gracias, no sólo al Ayuntamiento que organiza los actos, sino también a la desinteresada colaboración de más de medio centenar de vecinos de Mieza que viven este día como suyo y que se esforzarán porque nuestros huéspedes se sientan cómodos y felices.