Los jóvenes se rebelan

Los jóvenes se rebelaron una vez más el 22 de marzo saliendo a la calle en una multitudinaria manifestación en Madrid para denunciar su indignación ante los constantes recortes sociales que están dejando a muchas personas sin protección, quitando derechos, viviendas, prestaciones, servicios públicos y pensiones.

Es normal que los jóvenes y no tan jóvenes, quieran visibilizar los problemas por los que están atravesando la mayoría de la sociedad española y en especial los jóvenes en relación con el empleo, pues es de vital importancia para la implicación que supone, no sólo de cara al empleo, sino lo que significa en su camino vital al desarrollo e integración como adulto en la sociedad. Están viendo como el derecho al trabajo se está debilitando y el desequilibrio en el mercado laboral a favor de los empresarios es cada vez más evidente. Abaratan costes de producción mediante ofrecimiento de salarios laborales inferiores, permiten prácticas de subcontratación por parte de las empresas amparadas en un marco legal claramente poco regulado con interpretaciones judiciales permisivas, someten a muchos jóvenes a fórmulas perversas forzándolos a convertirse en falsos autónomos que prestan servicios a la empresa, hacen jornadas interminables cuando en sus contratos de trabajo solo recogen media jornada y un empleo menos retribuido para jóvenes cada vez más formados. Todas estas situaciones convierten el mercado laboral en una auténtica selva repercutiendo de tal forma en los trabajadores que la solidaridad colectiva se hace cada vez más difícil.

La incorporación a sus primeros empleos constituye una inagotable fuente de precariedad laboral que con la reciente reforma laboral se ha agravado, aunque esta realidad no atañe exclusivamente a los jóvenes pues, el desempleo, la inestabilidad, siniestralidad y precariedad son problemas comunes de todos los trabajadores. La transición hacia el mercado laboral se dificulta con dilataciones y barreras que los jóvenes tratan de franquear con alargamiento de periodos formativos o buscando actividades puntuales que les ayuden a salir del paso.

España tiene una tasa de paro entre los menores de 35 años del 47%. La contratación temporal destinada a los jóvenes alcanza cifras desproporcionadas que nos sitúa en el primer lugar en la lista de la OCDE de temporalidad. Hay una elevada destrucción de empleo y el trabajo precario se ha impuesto obligando a nuestros jóvenes a elegir entre paro, precariedad laboral o emigrar, aunque algunos irresponsables políticos hablen de un exilio temporal para adquirir conocimientos y volver, cuando la realidad nos dice que no van a regresar viendo lo que les espera en nuestro país.

Por lo tanto, tienen miles de razones para protestar y salir a la calle de forma pacífica, como así lo han hecho la inmensa mayoría de los participantes en la manifestación del día 22, pero lo que me parece lamentable es intentar desviar la atención y dedicar más tiempo a hablar de los disturbios que ocasionaron algunos salvajes, que nada tienen que ver con la convocatoria de la manifestación, criminalizando a todos por igual y no aceptar que la indignación está en la sociedad, por la forma de gobernar y el exceso de corrupción que lejos de corregirse se agranda y protege. Agradecer a los que se manifestaron de forma pacífica por los derechos de todos.