Cuando en un país como España se dan dos casos tan contradictorios como que unos 40.000 andaluces se dirigen a Madrid en cientos de autobuses u otros medios y casi un millar de ellos lo hace andando algunos con ampollas en los pies con el fin de defender sus derechos a la par que buscan un cambio de dirección de la política ciudadana, laboral, social, cultural, sanitaria, educativa? de este país y por otro lado el mismo día otros tantos sevillanos se dedican a contemplar a 22 tíos que cobran por pegarle patadas a un balón en la ciudad andaluza, y además se paralizan las clases en los colegios cercanos al estadio por la expectación que el partido que disputan los dos equipos sevillanos, hoy 20 de marzo, cuando ocurren estas cosas a la par, es que algo no marcha bien en este país que algunos llaman "su" España y que cada día se parece más a una república bananera pero con rey.
Algunos pensarán que así es la vida, unos de divierten mientras otros luchan por una España más igualitaria, unos se forran mientras otros no tienen más que un pobre presente, porque el futuro les es incierto.
Los informes internacionales destacan que durante estos años de estafa, fascismo encubierto y represión, las diferencias entre ricos y pobres se han agrandado más en nuestro país que en otros con características semejantes. Los fichajes multimillonarios de jugadores de fútbol contrastan tanto con la vida de los más desfavorecidos que resulta sangrante y demoledor para estos últimos. Mientras Diego Cañamero y los suyos se parten el pecho por todos, los hay que alegremente se dedican al disfrute del variopinto juego del balón-pié.
El 22 de marzo se desarrollará, una de las acciones democráticas más interesantes de la historia de este país, cientos de miles de ciudadanos hartos de injusticias y de humillaciones se reunirán en Madrid con el fin de dar un puñetazo sobre la mesa diciendo al unísono que se acabó, que hasta aquí hemos llegado. Los hay del norte y del sur, del este y del oeste, altos y bajos, diversos pero tienen en común que no quieren perder la DIGNIDAD, no son violentos y tienen a la libertad y a la justicia por enseña, pero cuando se les pisotean los más elementales derechos, sencillamente los defienden. PAN, TECHO Y TRABAJO, son sus lemas.
Sabemos que el gobierno los espera como si fueran delincuentes, miles de policías antidisturbios les aguardan, como aguardaron a los subsaharianos en Ceuta hace pocas semanas. Está claro que el poder les teme y es así por que sabe que si el sábado 22-M de 2014 hay unidad, serán fuertes y su fortaleza es inversamente proporcional a la debilidad del injusto sistema que los utiliza y los oprime. Si resulta así, y hay esperanzas para ello, se habrá dado un giro en la relación con el poder y habremos ganado todos. Si, por el contrario, son pocos y desunidos, habremos perdido todos: los que se manifiesten y los que se queden en casa esperando la luz al final del túnel.
No ha sido fácil, desgraciadamente apenas han contado con la ayuda de los "medios de incomunicación" salvo alguna y honrosa excepción, ni de algunos partidos y sindicatos de "izquierdas". Es notoria la ausencia clamorosa del PSOE y organizaciones afines, así como de algunos de los sindicatos mayoritarios, narcotizados por el poder, desnudos ante sus bases e inoperantes ante los trabajadores y ciudadanos con voluntad de cambio. Es una pena que así sea ya que mientras la derechona funciona como una apisonadora y siempre en la misma dirección, algunas gentes de la izquierda se miran el ombligo en el espejo mientras este se rompe en pedazos y cada uno de ellos se clava en el corazón de los que aún defienden la DIGNIDAD sin violencia, pero con coraje. Si resulta un éxito, las organizaciones no convocantes debieran cambiar su discurso y su manera de actuar ante los más desfavorecidos, ya que nadie les ha expulsado de ningún sitio y habrán perdido una oportunidad histórica de sumarse al cambio que necesita un país estrangulado por la parte teóricamente más potente: sus jóvenes, que no podrán acudir a Madrid porque miles y miles de ellos se han ido al extranjero para buscarse lo que otros les han quitado: PAN, TECHO Y UN TRABAJO DIGNO. Son los que van a faltar, pero sólo físicamente.
