Peor es la cuchillada en la fama que la pedrada en la cabeza, porque la herida de la cabeza en un mes sana, mas la mancilla de la fama no saldrá en toda su vida". Ludovico Pinedo y otros lo recuerdan en el 'Liber facetiarum' y tal cita sirve de singular dedicatoria al espléndido libro del profesor, Joaquín Corencia Cruz 'Sobre la autoría del Lazarillo de Tormes: La cuchillada en la fama'. (Ed. Universidad de Valencia, 2013). Debo de reconocer y reconozco que debe el lector de condenar y condena a la risa merecedora por estas páginas que le alegran a uno esto tan indispuesto hoy en día como la moral. El asunto de la autoría de la gran novela histórica, como es el Lazarillo. No se sabe a ciencia cierta el juego que Lázaro nos da universalmente a los salmantinos sin que los pícaros de todo signo, nacionalidad y pelaje paguen impuesto por ello, que ya deberían ya, pagar por ello pero el caso es que sigue dando que hablar a los estudiosos e investigadores que se acercan a suponer, indagar, apostar y proponer autoría alguna, pues sin ello no tendría explicación el misterio y sin misterio, se acabó lo que se daba.
El Lazarillo de Tormes bien se sabe no tiene una autoría anónima como se daba a entender desde la letra con sangre entra sino apócrifa, que es bien distinto. Pero meterse en estos berenjenales en estos tiempos de papeles famosos no es conveniente para autorías ni apócrifas ni anónimas ni mediopensionistas siquiera, y eso que Lázaro da nombre a todos los pícaros que en el mundo han sido con permiso del de Alfarache o del Buscón de Quevedo. Pero no quería uno olvidar el conflicto de esta columnita que es tener en cuenta el magnífico ensayo de Joaquín Corencia otorga la autoría nada menos que a don Diego Hurtado de Mendoza. La profesora de la Universidad de Barcelona, Rosa Durán, proporcionaba hace años el título a Alfonso de Valdés, hermano de Juan de Valdés. El caso no es que tenga o no suerte la propuesta sino que todo tiene su sentido y el profesor lo desarrolla reproduciendo tal novela de viaje como la novela de pillaje sin faltarle razón para ello. Así, desde este pescante, nos recuerda que el censor añade en el tratadillo de la novela el término 'castigado' al título de 'Vida de Lázaro de Tormes' ya que "es una representación tan viva y propia de aquello que imita con tanto donaire y gracia, que en su tanto merece ser estimado".
Y uno piensa: en esta época de tanto ruin narcisismo que nos acompaña no es menos cierto que el castigado es quien lleva la cuchillada en la fama.