Brotes de primavera

A ocho días de que llegue la primavera oficial, y cuando los brotes de los árboles floridos nos sorprenden con su maravillosa explosión floral, nos encontramos con signos primaverales de otro corte que nos invitan a reflexionar sobre el porvenir de la vida y de las instituciones, en nuestro caso principalmente eclesiales.

Ayer celebrábamos el primer año desde la elección del nuevo Papa revolución Francisco. A lo largo de este año, ha ido sembrando nuestra Iglesia y nuestro mundo de brotes primaverales que ornamentan de esperanza nuestro ambiente, no sólo el de la Iglesia sino también el de otras confesiones cristianas y de nuestro mundo y sociedad en general. Alguien me comentaba en Roma no hace muchos días que algún rabino judío se había atrevido a expresarse diciendo: "Este Papa está llenando, no sólo las iglesias católicas, sino también las sinagogas judías". Francisco ha introducido en nuestra historia actual un movimiento de renovación, muchas veces sorprendente, basado en pequeños signos inteligibles y fácilmente comprensibles, aun para la gente sencilla, que proclaman abiertamente el evangelio de la compasión, de la misericordia y de la alegría de anunciar la Buena Noticia.

Un segundo signo primaveral de corte eclesial, puede considerarse la reciente elección de las autoridades de la Conferencia Episcopal Española. Es verdad, y hasta resulta curioso, que las personas que componen el Comité Ejecutivo, el órgano de reflexión y decisión más inmediato y urgente, que se reúne cada mes, son exactamente las mismas, salvo el nuevo secretario general recientemente elegido, que forma parte del Comité Ejecutivo por Estatutos. ¿Entonces no hay ninguna renovación ni adaptación al nuevo estilo abierto por el Papa Francisco? Al contrario, se ha dado paso a un nuevo estilo, el nuevo estilo posible en la Iglesia, siempre ajena a cortes drásticos y revoluciones, de cambiar el puesto de los tres primeros responsables. Así, aparte del secretario general ya dicho, el que era vicepresidente en el trienio anterior, D. Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, pasa ahora al puesto de presidente, y empieza a ser vicepresidente el arzobispo de Valencia, Mons. Carlos Osoro (que por otra parte hizo sus estudios sacerdotales en la Pontificia de Salamanca, como D. Ricardo que fue profesor de teología y luego Gran Canciller de dicha Universidad), aunque don Carlos Osoro, como hemos dicho, ya formaba parte del Comité Ejecutivo. Mons. Rouco, que ha de continuar formando parte de dicho Comité por ser arzobispo de Madrid, como determinan los Estatutos, ya es un vocal más y no tiene responsabilidad especial alguna. Esperamos que el nuevo estilo Francisco empiece pronto a manifestarse de la mano del presidente y vicepresidente entrantes.

En la base de la Iglesia, tendríamos que señalar la primavera marcada por los ejercicios de la cuaresma que, expresándose como prácticas de oración, de ayuno penitencial y de limosna solidaria, renovarán el espíritu de los cristianos preparándolos para llegar a la gran explosión vital y festiva de la Pascua, la Pascua Florida. Pascua que, más que de flores habría que considerar de frutos sabrosos ofrecidos por el labrador Cristo desde el árbol generoso de la Cruz, transformados en frutos de vida y de resurrección, triunfo sobre la muerte invernal del pecado, tan frecuente y necesitado de redención, perdón y gracia salvadora. Como dice el lema del Papa Francisco para esta cuaresma: "Cristo nos ha enriquecido desde su pobreza", y nos invita a nosotros a seguir ese mismo camino para enriquecer a los más pobres y señalar así un camino de esperanza primaveral para todos.