Más Mandelas

Hemos despedido a un ser humano excepcional, icono del diálogo, del esfuerzo por la Paz, que no la lucha, porque no sería coherente con su estilo luchar, sino trabajar por.

Encarcelado durante 27 de los 95 años que vivió, tras su largo encierro dijo:"mientras salía por la puerta hacía la entrada que me conducía a la libertad, sabía que si no dejaba mi amargura y mi odio atrás, todavía estaría en prisión", un ejemplo de la sabiduría y de la grandeza de este hombre para quien el concepto de libertad estaba en el interior de cada persona, y así ayudó a que hoy haya muchos más hombres libres sobre la tierra.

A los pocos meses de su salida de la cárcel consiguió la presidencia de Sudáfrica, eliminando magistralmente la aversión racial del apartheid, un sistema de segregación entre blancos y negros inconcebiblemente legitimado, y en vigor hasta los años 90.

Os confieso que entre las numerosas referencias hechas a Mandela estos días, incluidas las de los grandes mandatarios que han acudido a su despedida, me ha conmovido especialmente la de un ciudadano anónimo que hacía mención a el logro que tuvo Mandela al evitar una guerra civil en su país "cuando todos salíamos a la calle pidiendo venganza, él nos abrazó a todos", y es que el legado que deja es su forma de proceder, su imaginación para hallar o inventar soluciones basadas en el respeto, el diálogo, la igualdad, y sobre todo su sonrisa, una sonrisa pacificadora.

Hoy en día, en el que se interpreta con desconfianza a nuestros líderes políticos, que escuchamos demasiados mensajes por parte de éstos cargados de ataques y de ira, donde la entrega a los demás no parece que sea una motivación para la clase política, la figura de Mandela es un halo de esperanza en el ser humano, en la posibilidad de vivir en Paz, en el camino a una sociedad mejor.

Ojalá el legado que deja este ser humano excepcional cale profundamente entre los dirigentes de todo el mundo, y entre todos nosotros, necesitamos más Mandelas, más sonrisas como la suya, más abrazos a todos