Enseñar, adoctrinar, razonar

?el mundo esta llenó de colores,? Y somos libres de elegir el que más nos gusté.

El pensamiento, las ideas, forman parte de un complejo camino en las y de las relaciones. Esta interacción es la clave del razonar, el punto de inflexión de la comprensión. Llegar a hacerlo de forma correcta, sin caer en el error de aparentar, lo que no es, es el Everest de todo aprendizaje. Y poner la maquinaria en marcha de este proceso, contribuyendo de forma positiva, sin empañarlo, sin ADOCTRINAR, es nuestra gran misión en la labor educativa. Y en este estadio, en este momento, el maestro cobra una importancia sin límites, es el coprotagonista de un proceso que "salva o destruye" vidas, donde se muestra la gran importancia del que sabe enseñar.

En todo este proceso de feed back, es cuando el maestro, más aprende. Los que día a día estamos en el aula aprendemos de nuestros alumnos en la misma medida que ellos aprenden de nosotros, la diferencia está en lo "esponjosos " que estemos unos u otros.

Posiblemente el aprendizaje de nosotros, los maestros, sea un refuerzo a nuestros conocimientos, y el de los alumnos un descubrimiento en su comienzo de vida.

Y llegados a este punto de reflexión sobre nuestros sistema de razonamiento o de enseñanza tendremos que poner en la balanza el método a través del cual queremos conseguir nuestros objetivos. Un método en el que no puede haber influencias de "colores ni sabores", donde el adoctrinamiento esté a un lado, donde el pensamiento fluya por doquier buscando la propia realidad y consiguiendo su propio objetivo, siguiendo unas pautas jerarquizadas y pautadas con anterioridad entre todos los elementos que conforman el proceso educativo.

Esto exige conocer y reconocer el funcionamiento abstracto del razonamiento ajeno (del alumno) dejando de lado, en algún momento o en varios la estrategia propia (del maestro).

Esta apertura de mente, conforma la esencia para conseguir el objetivo de ayudar al alumno a que pueda establecer relaciones, completar los sinópticos y descubrir cómo llegar al fin sin ayuda, sólo por sus propios métodos y modos.

Cuando se plantea que en la escuela las enseñanzas ya no enganchan, deberíamos plantearnos que esa realidad paralela en la que viven hoy día nuestros alumnos, la debemos de suplir nosotros con un método dinámico, atrayente y adaptado a la realidad actual.

Evidentemente, por poner un ejemplo, el descubrimiento de América es lo mismo en 1970 que en 2014 , pero la sociedad educativa a la que trasmitimos nuestros conocimientos NO, con lo que debemos, de forma y hecho, adaptarnos a la interacción que nos exige el alumnado, o más propiamente dicho la que nos exige un método educativo funcional y adaptado al momento y en cada momento, sin pasar por alto muchos problemas que no necesariamente tienen que ver con los contenidos?

En todo proceso de aprendizaje, desde la más tierna edad, la "gasolina" que lo sustenta es el descubrimiento, el destapar situaciones nuevas e irrepetibles, creando vivencias llenas de placer, del placer de aprender. Cuando se comprende el sentido de las cosas, de los problemas; cuando se pueden aplicar los conocimientos a los contenidos, se está cocinando la educación con todos sus ingredientes , y el "plato" será exquisito.

El maestro, tiene que ser curioso, investigador e innovador, generar entusiasmo en su transmisión de conocimientos y razonamientos. Cuando en el aula hacemos sentir que lo que hacemos nos gusta, estamos generando un plus de entusiasmo para con nuestros contenidos o materias y consiguiendo que la estrategia consiga sus objetivos.

Pero, según mi humilde opinión, debemos de ser asépticos en nuestras transmisiones, no podemos ni debemos crear "adeptos", sólo tenemos la función de poner en marcha la capacidad de SU razonamiento, de SUS ideas. Ahí termina nuestra función.