Vida y herencias

?los agujeros generacionales, no se pueden tapar con nada conocido, ?digo yo, ¿o sí?

Una afirmación para empezar: no me siento, ni me he sentido nunca deprimido, hastiado, atosigado ni traumatizado por haber estudiado en un colegio con una disciplina férrea, unas normas educativas y lectivas totalmente definidas y un grado de exigencia personal y colectivo muy alto.

Es verdad, no lo puedo negar, que cuando estaba en ese momento de mi vida, ¡tenía 9 años!, muchas veces ponía en duda el valor que ese sistema podría tener en mi educación, y por supuesto si eso tenía una connotación tan importante para mi devenir. Según pasaron los años unas veces más y otras menos entendí por qué mi padre eligió esa educación para mí, al igual que para otros muchísimos que compartían espacio y vivencias en aquel entonces.

Hoy desde la distancia que da el paso de los años, y con la limpieza de visión que genera la experiencia observada desde otros prismas, habiendo vivido a ambos lados del río, puedo reafirmar que este modo de vida y método educativo me enseñó a no bajar nunca los brazos, a poder saltar cualquier obstáculo que apareciese, a reinventar lo inventado y a tener siempre un plan b,c o d ante cualquier adversidad o desmán que pudiese encontrar, para nunca tener que quedar inmóvil.

Cuando convives desde muy pequeño en un grupo social en el que, como en la vida, te tienes que ir ganando, he dicho GANANDO, tu sitio; aprendes una serie de pautas, que desembocan en una mejor elaboración de los contenidos y conceptos para conseguir los objetivos deseados y repito siempre GANADOS , no regalados, ni sustraídos, ni tan siquiera prestados.

Cuando miró hacia atrás, y veo en mi "pantalla" interna, los modos y formas seguidos en mi vida, los objetivos conseguidos y los que se luchaban aunque no se consiguieran (pero daban experiencia) que con edades inferiores a las de mis alumnos yo tuve; me asombra, me desgana y, por qué no decirlo, me enfada, tener que escuchar a padres que piensan en envolver a sus hijos en una burbuja, a la que no le llegue NINGÚN sufrimiento, revés, obligación, responsabilidad etc., que les pueda "traumatizar".

¿Acaso no se dan cuenta de que la única forma de progresar es fallar y corregir errores?, pero ¡CORREGIR!, no tapar, ni cerrar los ojos ante muchas veces la evidencia de un comportamiento, una actitud, en definitiva de una forma de vida, quizás no correcta, que con nuestra permisibilidad la damos por aceptada, ¡para siempre! Y es mucho, mucho tiempo.

La vida de la que empece hablando, esa, que cuando la muestras en conversaciones, a veces, la tachan de drástica,"inhumana" y adjetivos similares que negativizan lo que se considera, (o considero), responsabilidad, trabajo, atención a los demás, respeto "a las canas" y por lo visto más denominaciones trasnochadas.

Esa forma de vida es la que ha originado que hoy existan las tablets, los smartphone, las smart TV, la Play Statiton, además de eventos y momentos muchísimo más importantes, que estos mostrados.

Pero, después de unos años y con esta manera de vivir tan "humanizada" y nada traumática, ¿qué se le dejará a las siguientes generaciones?? ah encontré la respuesta un japonés sentado ante la factoría de una empresa tecnológica esperando el nuevo terminal telefónico.