Una de las particularidades del cine y de las series de televisión sobre todo, son las llamadas tomas falsas, o lo que es lo mismo, los errores y las pifias que cometen los actores cuando fallan en el guión en alguna escena. Es más, en algunos programas de humor hasta alardean de ellas en los créditos finales de cada programa. Las tomas falsas propician siempre, por definición, una segunda oportunidad (o tercera, o cuarta o quinta o?) Digamos que es el "tipex" de la tele o el cine. En el teatro, sin embargo, se trabaja sin red, es decir, no hay segundas oportunidades, no hay forma de corregir o de repetir situación, eso lo saben bien los acuarelistas. Por eso los actores valoran tanto el teatro. Si te caes, te caes y punto. Te apañas en vivo y en directo porque el público está enfrente, mirando.
Somos humanos y nos equivocamos. Es divertido ver las tomas falsas de "Los Serrano", o de "Aquí no hay quien viva". Pero la actualidad informativa carece en su mayor medida de tomas falsas, es puro teatro y los actores siempre se la juegan. No hay posibilidad de repetir escenas para que aparezcan perfectas, según marca el guión.
Si que tengo curiosidad por conocer las tomas falsas del "Encantador de perros" porque los domingos por la mañana alucino con lo que este tipo de perilla perfecta consigue hacer para educar los desvíos del mejor amigo del hombre. Que normalmente son desvíos del propio hombre. Las tomas falsas de esta serie deben contener un duro dramatismo porque digo yo, ¡algún perro habrá mordido a éste tal César". La cosa está en que los americanos nos mandan espías por wasap pero tomas falsas no. ¡Qué jodíos!