Solidaridad social, no caridad

En las últimas dos semanas he intentado clarificar el documento "Una sociedad del post-crecimiento del siglo XXI", [http://bit.ly/1n2uc6e], haciendo hincapié en que nuestro crecimiento, a partir de ahora, será nulo o, en el mejor de los casos, con porcentajes mínimos para las próximas décadas. En todo caso, la pregunta clave que hay que resolver, es si podemos prosperar sin crecimiento.

Quiero remarcar que, en el discurso político al que estamos acostumbrados, la mayoría de las veces crecimiento y prosperidad son utilizados indistintamente, siendo presentado, el crecimiento, como la solución a los problemas económicos y sociales, en el corto y largo plazo, tanto por la izquierda como por la derecha. En eQuo-Partido Verde Europeo, creemos que es posible que una economía sin crecimiento, o débil, pueda cohesionar a la sociedad. Y, para llegar a esa conclusión, el estudio tiene en cuenta las relaciones existentes entre el crecimiento y cuatro objetivos de las políticas públicas: el bienestar personal, equivalente a la felicidad; el empleo; la reducción en las diferencias de ingresos; y la protección social, entendidas como tal el sistema de pensiones y de salud.

Una conexión, la teórica entre crecimiento y prosperidad, que es más débil de lo que suponemos, ya que, una vez que hemos llegado a unos ciertos niveles de bienestar general, como es el caso europeo, la felicidad no viene determinada por ese crecimiento sino, como refleja el estudio, para el largo plazo depende mucho más de las diferencias entre ingresos. En todo caso, la valoración subjetiva de nuestro bienestar está directamente relacionada con la pérdida o no del puesto de trabajo. Pero, ¿el paro depende de la caída del crecimiento? A corto plazo sí, pero, para muchos economistas, es el empleo el que crea crecimiento, hecho que se revela más claramente a largo plazo.

Obviando el parámetro crecimiento, como proponemos, deberían realizarse políticas que fomenten el empleo, a la vez que se reduzcan las diferencias sociales. Pero, paradójicamente, estas políticas son más difíciles de aplicar con crecimiento débil, ya que hay menos dinero en los presupuestos para "repartir" entre trabajadores y pensionistas, o con los parados, para elegir entre ordenadores para colegios o camas para hospitales.

Vemos cómo los partidos políticos que copan las administraciones no hacen absolutamente nada para reducir las diferencias sociales, ni para asegurar el sistema de protección social, ni mejorar los niveles de satisfacción de la ciudadanía, pues no pueden morder la mano que les da de comer. Tanto unos como otros, no lo olvidemos, siempre han favorecido a los grandes, sea en Andalucía, robando el dinero para formación; sea en Salamanca, "regalando" terrenos públicos, ¿a cambió de qué?

Aunque nos lo vendan por activa y pasiva, el nuevo paradigma económico es que no es el crecimiento económico la clave fundamental para generar prosperidad, si no que es el sistema económico y social el que la establece. Siendo algo tan fácil, las resistencias serán infinitas, y lo más duro de vencer es la resistencia mental para ver que es posible? entre tod@s.