Románticos y romanticones

El día de los enamorados o el día del amor y la amistad (tal y como se conoce en otros países) está a punto de llegar. San Valentín vivió en el siglo III en Roma, bajo el gobierno de Claudio II. Se le recuerda por intentar casar a matrimonios jóvenes a pesar de la prohibición del emperador, que creía que los muchachos serían más valientes en la guerra sin ataduras. Tras sus enfrentamientos con Claudio fue encarcelado y martirizado, muriendo el 14 de febrero del año 270. Julia, quien había sido ayudada en vida por él, plantó junto a su tumba un almendro de flores rosadas, como símbolo de su amistad. El día 14, la música romántica llenará los restaurantes y las salas de fiesta, pero esa música romántica como la conocemos hoy en día no tiene nada que ver con la música romántica, es decir, la música que se realizaba entre finales del siglo XVIII y finales del siglo XIX. La música romántica nació como reacción contra el formalismo neoclásico y en defensa de la libertad, el individualismo y el sentimiento. Como vemos, la música romántica como tal y lo que entendemos ahora con ese término, solamente tiene como nexo de unión el último de los tres puntos. La expresión de los sentimientos de forma individual y subjetiva; el deseo de libertad en la política, en las ideas y en las artes; la recreación por parte de los artistas de lugares lejanos, irreales o mundos de ensueño; el sufrimiento de querer lograr algo inalcanzable (tan desesperante que en algunos casos llevaba al suicidio del artista); el culto a la naturaleza, a las escenas nocturnas e incluso a la luna, son algunas de las características del romanticismo como movimiento cultural, que se mueve por la literatura, la pintura, la escultura, la filosofía y la música. Siendo en esta última donde más se representaban de forma fiel los ideales románticos. Dejando a un lado las características culturales, vamos a ver cuáles son las particularidades propias de la música romántica: composiciones íntimas y humanas; menor preocupación por la forma externa, a favor de la inspiración y la fuerza expresiva; estilo melódico de gran riqueza; melodías apasionadas e intensas con una calurosa expresión de los sentimientos; mayor modulación armónica para conseguir mayores efectos expresivos; predominio de la música instrumental, destacando el uso del piano, el violín, y la recuperación de instrumentos como el arpa y la guitarra. A diferencia del periodo clásico anterior, para el compositor romántico, la música era expresión pura, es decir, algo imposible de separar de sus propios sentimientos; en otras palabras, el compositor del romanticismo, no escribía su música ajeno a las emociones que le cautivaban o le preocupaban, la idea era impregnar su obra con todo el sentimiento que llevaba dentro. Schumann decía: "Me afecta todo lo que sucede en el mundo [?] medito todo eso a mi propio modo y después anhelo expresar en música mis sentimientos?" Las emociones musicales que habían sido reprimidas por los cánones del clasicismo, comenzaron a desbordarse en el romanticismo y es entonces cuando el teatro lírico alcanzó su desarrollo y la ópera italiana se difundió mundialmente. Entre los compositores del romanticismo destacan Franz Schubert, Frédéric Chopin, Frank Listz y Robert Schumann. A pesar de que actualmente el término música romántica esté extendido y se utilice, en ocasiones, a la ligera, debemos ser conscientes de que a lo que nos estamos refiriendo realmente es a géneros como canciones de amor, baladas, boleros, etc., que nada tienen que ver con ese sentimiento romántico del XVIII.